panfletonegro

EXPLÍCAMELO CON MANZANAS: EL RETARDO FUNCIONAL DEL VENEZOLANO

/home/depr002/panfletonegro.com/v/wp-content/themes/panfleto2019/images/random/depr_03.jpg

En un post anterior centraba mi análisis de los ataques a Rayma en la institucionalización de la negación como política comunicacional, esa estrategia típica de los proyectos totalitarios. En este post añado otra dimensión crucial para entender el delirio chavista, el análisis de lo que ocurrre en la gente de a pie, los defensores y defensoras del gobierno «socialista» y «revolucionario» de Hugo Chávez.

Lo que podemos decir desde ya, es que el gobierno saca ventaja de la inmadurez política del venezolano, una inmadurez que, en realidad, procede de un aspecto más profundo. Para entenderlo, un poco de psicología del desarrollo.

Uno de los esquemas más usados para graduar el proceso de aprendizaje es el de las etapas del desarrollo planteadas por Piaget. De acuerdo a las investigaciones de este autor, los procesos del pensamiento van desplegándose de la siguiente manera:

1. Etapa sensoriomotora: ocupa desde el nacimiento hasta los 2 años de edad y es el momento de tomar posesión del cuerpo, de coordinar las sensaciones con las respuestas motoras. Veo la pelota y calculo la distancia, muevo mis piernas y la alcanzo… Este seria el tipo de aprendizajes propio de esta fase. La tarea es aprender a coordinar secuencias sensoriomotoras para resolver problemas simples. Por ser una etapa de gran riqueza, pueden identificarse, además, sub-etapas, las cuales no aportan mucho al análisis que prosigue.

2. Etapa preoperacional: es la que ocurre entre los 2 y los 7 años. Los niños adquieren en lenguaje pero las palabras aún están vinculadas a experiencias tangibles (p. ej. ‘pelota’: esa cosa redonda que rebota). Si bien hay un cambio cualitativo, porque aparece la posibilidad de pensamiento gracias al uso del lenguaje, lo cierto es que comparados con el pensamiento adulto aún hay muchas limitaciones; no es posible realizar operaciones mentales reversibles (notar que 3×8 es lo mismo que 8×3, por ejemplo. Por eso aprendemos a multiplicar en 3er grado, cuando los niños ya tienen 8 años). Tampoco se comprenden los pensamientos abstractos sino en su versión más literal. Este punto es importante a efectos de nuestro análisis, pues luego Kohlberg, otro autor, desarrollará las etapas del desarrollo moral, basándose en las operaciones de pensamiento postuladas por Piaget. A un niño en esta etapa no le cabe la idea del bien común o del imperativo categórico, y se maneja en los siguientes términos:

  1. Entre los 2 y los 5 años, el niño se encontraría en la etapa 2 del nivel I, caracterizada por una orientación por el premio personal, es decir, buscar el refuerzo y evitar el castigo. ¿Qué es lo justo para alguien en este nivel? Justicia es lo que me trae beneficios. A propósito de esto, el egocentrismo, la incapacidad para entender una perspectiva ajena a la propia, es una marca crucial. «Es malo porque no me gusta».
  2. Entre los 6 y los 11 años se desarrolla el tipo de moral llamada convencional cuya orientación es la concordancia interpersonal, es decir, ajustarse al papel de niño bueno o niña buena. Esto significa, una aceptación pasiva de las normas, las cuales se asumen como buenas en sí mismas e inmutables. (Sólo a partir de los 12 años, y si todo marcha bien, es que empieza a desarrollarse una moralidad basada en principios autónomos). ¿Qué es lo justo para alguien en este momento evolutivo? Ser obediente, conformista, en el sentido de cumplir las normas impuestas por autoridad externa. Bueno si cumplo las normas, malo si no. Justicia es hacer lo «correcto», lo cual es muy distinto a seguir una idea de lo bueno. Recuerden eso es muy abstracto y sólo empieza a desarrollarse a partir de los 12 años, si todo sale bien.
Antes de pasar a la siguiente etapa, hace falta mencionar otra cualidad característica del pensamiento de los niños entre 2 y 7 años. Se llama animismo, y es la creencia en la vida de objetos inanimados. «Mamá la muñeca tiene frío»; «vamos a poner el carrito con los otros para que no se sienta solo»… A estas alturas, supongo que ya saben hacia dónde va este análisis: ¡Oh, pobrecita la bandera, le han pegado 8 tiros!

3. Etapa de las operaciones concretas: va de los 7 a los 12 años (noten la superposición con la etapa de la moral convencional señalada anteriormente). El pensamiento se ha desarrollado de manera que es posible hacer series equivalentes entre objetos reales y objetos mentales. Por eso el niño descubre que 3×8 es lo mismo que 8×3, aunque aún no pueda dar el salto a cálculos abstractos; despejar una ecuación por ejemplo. Su capacidad de abstracción sigue apegada a los objetos concretos, de ahí el nombre de esta etapa. Será después de los 12 años que pueda desarrollarse la posibilidad de usar la lógica formal y el pensamiento abstracto.

Listo. Ya estamos preparados para comprender lo espeluznante de la imagen que ilustra este post. No es sólo la estética kitsch, la cual a fin de cuentas es típica de nuestro momento histórico. Lo terrible de la imagen es que nos muestra el grado de desarrollo cognitivo del pueblo venezolano. Los pobres no entienden una metáfora. Simplemente no les da. Ellos ven una bandera herida. No pasan de lo concreto y, por supuesto, en términos de moralidad eso es malo, pues hay una regla que dice que hay que respetar a la bandera.

También llama la atención el hecho de que se coloque a Rayma, brava porque le estan remendando las heridas que «ella causó». Esa ilustración es todo un clásico de la discapacidad cognitiva del pueblo venezolano. El reto, entonces, es explicarle a gente limitada cognitivamente que:

  1. La bandera abaleada es una metáfora, es un símbolo de las muertes violentas en Venezuela. – Símbolo, abstracto… no computo. Si en el post anterior indicabamos que se negaban las muertes violentas porque no se podía asumir el dolor de la pérdida, acá tenemos que puntualizar: también se niega por mera incapacidad de comprender lo sucedido. De eso se tratan las limitaciones, la discapacidad cognitiva. En estos casos, como bien lo ilustra la imagen, no comprende lo que se ve.
  2. Rayma no tiene ningún interés personal en hacerle daño a la bandera (a ver mi amor, un poquito de pensamiento racional, ¿se puede herir a una bandera?). – ¡Pero mamá a la bandera le duele!
  3. A veces algunas reglas son absurdas, o pueden romperse si la situación lo amerita. Hay una cosa llamada principios, los cuales tienen que ver con nuestra posición ante la vida, la cual va mucho más allá de comportarnos para satisfacer a la autoridad establecida. ¿No es esto precisamente lo que motiva a las revoluciones? – ¡Acá si que no entiendo nada! ¡Fascista, pitiyanqui!

¿Y por qué si a partir de los 12 años existe la posibilidad de desarrollar el pensamiento abstracto y de desarrollar una moralidad basada en principios, la mayoría de los venezolanos tienen el nivel cognitivo de niños de primaria? En la clínica a veces se constata que la deprivación (física y espiritual, es decir, cultural) genera cuadros de limitaciones o discapacidades cognitivas. En este punto recuerdo cuando, siendo estudiante de psicología, hacíamos pasantías en las barriadas populares, y como nos llegaban niños que en la evaluación formal se comportaban como si tuviesen retardo mental. No lo tenían, en tanto no había causas físicas directas que explicaran el cuadro. Sin embargo, era tanta la deprivación que ese potencial que estaba presente no podía desarrollarse por la falta de estimulación y a veces, por la falta de buena alimentación.

En fin, cierto es que la IV cultivó la exclusión del pueblo, entre otras cosas, favoreciendo a los privilegiados mediante el subsidio de las universidades, con el concomitante descuido de la educación básica. No en vano el venezolano promedio deserta al principio de la secundaria, cuando su cabecita ya no da para comprender las complejidades del pensamiento abstracto. Esa situación, por supuesto, no exime a la V de su responsabilidad, pues la situación sigue, ahora encubierta por esta educación popular que saca adelante analfabetas funcionales, que leen pero no comprenden, y que siguen adelante a pesar de las obvias limitaciones cognitivas y del desarrollo moral.

Ahora podemos entender más la lógica de un policía. Yo soy la ley. La norma es pararse porque yo lo digo. Es simple: te paras o te mato.

La vida sigue en esta tierra de(s)gracia donde, al final, cada quien hace lo mejor que puede, y comprende el mundo desde su limitada perspectiva. La imagen de ese pueblo apresurándose a ser  bueno para ayudar a una bandera herida es lapidaria: el grado de desarrollo cognitivo del venezolano promedio se ubica en la etapa preoperacional, con un desarrollo moral que, a lo sumo, fomenta el conformismo y la sumisión a las normas (independientemente de lo justas o no que esas normas sean).  El gobierno lo sabe, y sabe muy bien como capitalizar este hecho. Sólo podemos cerrar este post diciendo que razón tuvo el enano al decir «un pueblo ignorante es un instrumento ciego de su propia destrucción».

Salir de la versión móvil