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El Solista versus Blind Side: la batalla por la neoesclavitud del cine contemporáneo

¿Es “Blind Side” otro manual de autoayuda?¿Más del cine choronga?¿Un «Sueño Posible» justificado bajo la coartada de «una película basada en hechos reales?¿Un cine oscarizable o más bien merecedor del reconocimiento de los Premios Razzie?Definitivamente, es una firme candidata a ganarse la categoría del “mejor gato por liebre» del año. Entérese por qué, a continuación. Bienvenidos a la secuela, de carne y hueso, de «La Princesa y El Sapo». Es el renacimiento de la estética Disney.

Primero, como una versión edulcorada de “Precious”, se pretende un alegato contra el racismo. Pero en realidad lo refuerza, al satanizar a la comunidad afroamericana como un gueto sin salida( por su propia cuenta). La única alternativa para el protagonista, Big Mike, radica en descubrir el afecto y la redención social de la mano de Sandra Bullock,quien responde a su complejo de culpa al adoptar al niño de color, como si fuese Angelina Jolie en una cruzada altruista por el tercer mundo. Una variante posmoderna del mito maternal y paternalista del buen salvaje rescatado de la selva por el hombre civilizado, con alta conciencia por la diversidad étnica.

En pocas palabras, se trata de la reafirmación de una tesis caduca y anticuada, casi irrespetuosa, donde la emancipación del “negro” pasa, obligatoriamente, por el amparo del proteccionismo blanco, más allá del estado del bienestar. Entonces, el “american dream” sigue explotándose como consuelo y ficción compensatoria, en tiempos de adversidad económica, para contener el ánimo de frustración de las minorías.

Segundo, en tal sentido, el film es la plasmación de la teoría de Obama hecha fantasía virtual de Hollywood. Con trabajo y tesón, afirma el guión la obra, se pueden alcanzar las metas y romper las barreras de clase. En paralelo, la pieza recupera el tema del cuento del patito feo,para describir el proceso de maduración y ennoblecimiento del pequeño gigante, de origen tarzanesco, gracias al cobijo de la familia acaudalada.

Por ende, el mensaje de fondo, como me dijo la China con respecto a “Precious”, aboga por el aburguesamiento del muchacho de la partida, como tabla de salvación ante el descalabro de su comunidad marginada.

Según mi colega, dicha moraleja etnocentrista se equipara con la ideología de cualquier reality show, incorporado por chicas y chicos recogidos del guetho. Verbigracia, el programa de “Fifty Cent” transmitido por cable. Allí le enseñan al negro a renegar de su condición, de su lenguaje, de su manera de vestir y de su cultura, para adaptarse a los códigos de distancia y categoría de la aristocracia anglosajona, a efecto de garantizar su entrada al reino de riqueza, el éxito y el reconocimiento colectivo.

En “Blind Side” ocurre lo mismo y a la enésima potencia, mientras se dibuja el contexto del personaje con tintes de inframundo decadente. Sus amigos del guetho son una cuerda de holgazanes, de bandidos de poca monta, y encima, su madre tampoco representa mayor alternativa u oportunidad de encontrar la ansiada independencia profesional.

Para Big Mike, es preferible quedarse con la señora de los suburbios, en estado de catatonia y pasividad, en lugar de arriesgarse a reconstruir su hogar, al lado de los suyos. Por lo demás, una respuesta de lo más sencilla al tema de la pobreza, la orfandad y el desamparo. Es como el duplicado siniestro de la situación de Haití.    

Por último, el sistema escolar vuelve a servir de plataforma de lanzamiento, de catapulta, para la proyección de la agenda deportiva del héroe martirizado, en otro cliché típico de la industria. Sea a través del baloncesto o de la pelota rentada, el personaje afroamericano siempre descubrirá en el escenario atlético una manera de abrirse camino en el campo laboral.

Sin embargo, Hollywood nos echa el cuento real por la mitad,  porque la cruel verdad es diferente: por cada historia de éxito a lo Big Mike, se suman no menos de 100 relatos de fracaso en la durísima arena de competencia, por escalar a los puestos de honor de la NBA y la NFL.

Ciertamente, la odisea de Big Mike sucedió, y es muy bonita, y es muy constructiva, y es muy inspiradora, y es muy aleccionadora para los adolescentes desesperados de hoy en día. No obstante, ella se utiliza, al final, como una cortina espesa, para ocultar el auténtico dolor de las víctimas del sistema, de los perdedores ,de los descartados y de los olvidados.

En contraposición, surge una película más sincera y digna, aunque no menos tramposa, llamada el “Solista”, donde la música hace las veces del deporte para otro Big Mike recogido de la calle, por la voluntad compasiva de un equivalente masculino de Sandra Bullock, interpretado por Robert Downey Junior.

La enorme diferencia con el caso anterior, estriba y radica en eludir el tono demagógico, hasta cierto punto, con el propósito de apegarse a una lectura honesta y sincera del fenómeno de la indigencia.

“El Solista” esquiva la ilusión de erigirse en la “Tocar y Luchar” de la zona roja de Los Ángeles, en cuanto se limita a describir la evolución de su personaje, de cara un futuro incierto, donde la música lo calma, pero no lo redime del todo de su sintomático padecimiento esquizofrénico.

En lugar de despedirnos con un happy ending por todo el cañón, la película nos abandona en un terreno de incertidumbre, con informaciones cruzadas y sentimientos encontrados. Nos alegramos por la aparente recuperación del mendigo y de su protector. Sin embargo, nos enteramos por una leyenda, de la magnitud del problema de la mendicidad en Estados Unidos, aun sin resolver.

Así, el film evoca la dramaturgia de tratados populistas como “Shine” y “Una Mente Brillante”, con la intención de revistarlos desde adentro. De ahí la escogencia del alter ego de Ray Charles, Jaimee Fox, para el papel del solista de la trama.

El director supera con creces el trabajo de su camarada en “Blind Side”, al deslastrarse del enfoque clásico del biopic de televisión, para decantarse por sus derroteros audiovisuales de costumbre: planos secuencia de alta factura, montajes intelectuales y una puesta en escena dominada con pulso, salvo cuando se va de rosca con el metraje y opta por estirar el argumento en demasía, al compás de unas prescindibles imágenes poéticas de la ciudad( con solo de cuerdas incluido como telón de fondo para el vuelo de un par de palomitas).

En resumen, preferimos al “Solista” por encima de “The Blind Side”, por su ausencia de dogmatismos, por recordarnos a la increíble “The Fisher King”, por hablarnos del valor de la amistad, por dejarnos con un sabor amargo de derrota y por carecer de apoyo promocional frente a la colosal campaña de publicidad de su rival en la cartelera.

Una es el espejo invertido de la otra.

Una miente de principio a fin.

La otra también lo hace pero, al menos, ofrece una radiografía pesimista de una realidad censurada por el cine espectacular.

En ambos casos,por cierto, extrañamos la presencia de un realizador afroamericano en la sección de créditos.

¿Regresamos a la época del cine confederado, cuando los blancos interpretaban la miseria de los negros?

¿Son sendos guiños complacientes a la nueva gestión demócrata?

¿Son caballos de Troya de Hollywood para conquistar a la Casa Blanca de los Obama? 

Decidan ustedes en el foro.

Nos vemos pronto.

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