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La Escafandra y La Mariposa: ensayo sobre las pasiones posmodernas

La escafandra devino mariposa, como mecanismo de defensa ante la esclavitud de la inercia,  en la mente de un editor de modas postrado en un silla de ruedas, cual revisión fashionista del personaje de “Mar Adentro” ,  pero sin la solemnidad impostada del Amenabar con aires de importancia, y bajo la evidente inspiración de dos referentes audiovisuales concretos: “Mi Pie Izquierdo” y “Johnny cogió su Fusil” de Dalton Trombo.
Cine de impedimentos y discapacidades varias con olor a especulación Hollywodense, a chantaje sentimental, a corrección política y a mensaje de autoayuda diseñado para acumular tantos premios como reconocimientos ecuménicos en el espacio geopolítico de la globalización indolora,  conmovida por el dolor de la enfermedad individualiza y focalizada en una figura de éxito reconocible, aunque incapaz de identificarse con el trauma colectivo de las masacres, las muertes, las limpiezas étnicas y las degollinas de la contemporaneidad. Así son las contradicciones de la posmodernidad.
A propósito de ello, es interesante  analizar y comparar la diferencia entre la obra maestra de Dalton Trombo y la pieza laureada del artista plástico Julian Schnabel, para entender el inconsciente colectivo de nuestra época, de cara al pasado.


Johnny Got His Gun fue la traducción audiovisual de la novela homónima y el canto del cisne de uno de los diez de Hollywood, posiblemente el más trascendente de todos, Dalton Trombo, víctima de la peor cacería de brujas de la historia en el seno de la meca, al punto de llegar a destruir su vida y su carrera al condenarlo al ostracismo de las listas negras impulsadas por el siniestro senador Joseph McCarthy.


Por cierto, nada diferente al contexto descrito por Arthur Miller en “Las Brujas de Salem”, caldo de cultivo para la posterior deconstrucción neoclásica de George Clooney en la inspirada “Buenas noches, buena Suerte”, pintura negra de una época de delación y paranoia, no muy alejada de nuestra oscura época de sapos y torquemadas con licencia para sentenciar en vivo y directo. Disponga usted de las cámaras, de los tribunales y de los veredictos, señor presidente.
Por tanto, la adaptación de la novela de Trombo surge al calor tanto de las secuelas de la persecución de la guerra fría, como de las atrocidades cometidas en Vietnam, por tratarse de un alegato antibélico sobre un soldado mutilado durante la primera conflagración mundial, en un obvio paralelismo con la tragedia y el drama sufrido por los veteranos caídos en desgracia de regreso al hogar malherido de la pesadilla americana. Horror también estudiado por Oliver Stone en la estupenda “ Nacido el 4 de Julio”.


Muy por el contrario, “La Escafandra y La Mariposa” abandona la tragedia y el melodrama de los conflictos colectivos del pasado para sumergirse de lleno en el océano o en el “Mar Adentro” de las pasiones subjetivas inherentes a la condición posmoderna. Algo muy bien interpretado por Olivier Mongin en el texto “El Miedo al Vacío”, a través del análisis de la película “El Gran Azul”, claro antecedente francófilo de la “Escafandra y La Mariposa”, porque en ambas subyace la interrelación entre la profundidad y la superficie, el arriba y el abajo, el ensimismamiento y la extroversión, el egocentrismo y la incomunicación.


Ya no se trata de estudiar las repercusiones personales de las realidades políticas del contexto en el cuerpo del arquetipo del mártir, sino de evaluar el alcance de las problemáticas personales sobre un mundo apolítico y autoreferente, más allá de las ideologías duras de antaño y más acá de las necesidades básicas a cubrir por parte del individualismo en la actualidad.
Precisamente, allí radica la nueva fuente de terror existencial hacia la inmovilidad, a la luz de las exigencias de un universo en permanente evolución y mutación.


En tal sentido, el mérito técnico de la obra consiste en proyectar sus inquietudes por medio del plano y el encuadre subjetivo del protagonista, obligándonos así a identificarnos con la impotencia de su punto de vista.
De tal modo, somos nosotros quienes en nuestra condición de espectadores pasivos y postrados en una butaca, resultamos observados y evaluados por el lente y por la lupa de la película, como si fuésemos parte de un interesante experimento colectivo de catarsis y redención.
Según el subtexto del film, hemos perdido nuestra capacidad de soñar y de reconciliarnos con la otredad, por habernos refugiado en nuestra pequeña escafandra personal, al margen del entorno.


El film propone, a lo largo de dos horas, una posible respuesta, una posible terapia y una posible alternativa para lograr nuestro proceso de curación y búsqueda de la felicidad en medio de la adversidad. Típico recurso demagógico de la novela de autoayuda en fase new age.
Al servicio de la cruzada del libreto, el director cuenta con el respaldo de una fotografía publicitaria y embellecedora, funcional al edulcoramiento del trago amargo de la puesta en escena.
A favor de la cinta juega la intervención de un impecable plantel de primeros actores.Mención aparte para el secundario paternalista de Max Von Sidow. Ni hablar del desempeño interpretativo de Mathieu Amalric en el papel principal.


Para cerrar, el guión equilibra la balanza del discurso  con el cuadro goyesco y buñuelesco de un régimen institucional ya fracturado y resquebrajado de raíz, desde la familia hasta la iglesia, sin olvidar a la burocracia de la medicina.
Aun así, el comentario crítico de la “Escafandra y La Mariposa” nunca sube de la superficie del mea culpa restaurador, en orden de abrigar esperanzas para el desenlace consolador, donde el protagonista y el público verán como sus esfuerzos rinden frutos en el mercado editorial, cuando sea publicado el libro del personaje en cuestión. Un texto bipolar, a ratos conservador y a ratos agitador, capaz de competir con los éxitos en ventas de Pablo Coehlo.Un cuento de hadas reformista con happy ending incluido.


No hay por qué temer, no hay razón para no seguir adelante. “La Escafandra y la Mariposa” contiene la fórmula ideal para salir de cine con la autoestima en alto, a pesar de las circunstancias y de los pronósticos reservados. Es el cine como adormidera y como pare de sufrir.
Después de todo, la mariposa ha vuelto a quedar presa dentro del conformismo de la escafandra.Es el triunfo de lo mainstream sobre lo indie.

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