Distraído por el sinuoso caminar de la mujer del vestido rojo derrame el café negro sobre mi camisa nueva. Esta me la había obsequiado Susy, la recepcionista del edificio Ávila. Una mujer pequeña pero agraciada como un bombón de chocolate, siempre dispuesta a decirme...
Utilizamos cookies para asegurar que damos la mejor experiencia al usuario en nuestro sitio web. Si continúa utilizando este sitio asumiremos que está de acuerdo.Estoy de acuerdo