Vamos a examinar la lógica económica de esta creencia. Entendámonos, lo que molesta no es que una tienda venda a precios absurdamente caros, sino que todas lo hacen. Para el gobierno, todos los comerciantes podrían vender mucho más barato y seguir ganando plata. Como no lo hacen voluntariamente, hay que obligarlos.
¿Tiene sentido eso?
Veamos el caso de un televisor de esos grandotes que se está vendiendo a Bs.10.000 en todas las tiendas – un realero. ¿Te parece demasiado caro? ¿Crees que podrían sacarle ganancias a un precio mucho menor? De ser así, hay una pregunta inelúctable que no puedes dejar de hacerte: chamo, ¿por qué no te metes en ese negocio?
O, bueno, si no tú, por qué no se mete alguien.
Porque si de verdad fuera buen negocio vender ese televisor a Bs.9.000, si ese precio te permitiera reponer inventarios y quedarte con una buena ganancia, ya habría salido alguien a “especular”, pero a la baja. (Osea, preguntándose a si mismo, “chico, ¿que pasaría si le bajáramos el precio al coroto este?…”)
Si el precio original efectivamente estaba injustificablemente inflado, bajarle mil bolos sería una excelente forma de ganarte un montón de plata. Te quedarías muy facilmente con el mercado completico, porque imagínate: a la gente le saldría mil bolos más barato que en la competencia!
El punto es que al hacer esto estarías obligando a la competencia a bajar ellos tambien sus precios: nadie va a pagar 10 mil bolos por una TV que se consigue fácil por 9 mil. Y claro, por esa via uno va directo a una guerra de precios, porque no va a faltar algún competidor que se pregunte, en vena especulativa, “chico ¿no será que uno tambien le gana plata vendiéndola a Bs.8.000?”
Misteriosamente, en Venezuela nada de esto pasa.
Conceptualmente, hay tres motivos que podrían explicar la ausencia de esta dinámica.
- Hay una enorme conspiración, una conspiración perfecta, un cartel entre todos los comerciantes para vender a precios inflados. Esto efectivamente sí sería un delito, en Venezuela y en cualquier parte del mundo, y debe ser penado. Pero con pocas excepciones, este tipo de cartel tiende a ser inestable: basta que haga trampa un solo competidor para que se desmorone y termine en una guerra de precios. Generalmente prosperan sólo en mercados donde operan pocos vendedores, y hay importantes barreras a la entrada (vease: OPEP.) Como explicación del alza de precios en general, la cartelización tiene muy poco sentido: es imposible organizar a una masa de cientos de miles de vendedores por años y en todas partes sin que nadie haga trampa.
- Los capitalistas en Venezuela odian el dinero. Ven las ganancias con desprecio. Tienen una obsesión enfermiza, irracional, psicópata por subir sus precios incluso cuando podrían ganar más plata bajándolos. En verdad no son “capitalistas”, son miembros de una cofradía mística dedicada a la práctica de la remarcaje de precios, una actividad mágico-religiosa que, por motivos que nadie explica, privilegian sobre la busqueda de ganancias.
- De verdad es Bs.10.000 el precio al que uno tiene que vender ese televisor para mantener un negocio viable en las condiciones de demanda, de competencia, y de reposición de inventarios que imperan en Venezuela.
Creo que la mayor parte de los chavistas creen que la explicacion tiene un 20% del punto 1. juntado con un 80% del 2. Es cómico, porque se imaginan que hacen una “crítica al capitalismo” mientras alegan comportamientos totalmente encontrados con las motivaciones de un verdadero capitalista!
Pero lo realmente curioso, el punto dónde se desmorona el mamotreto de non sequiturs y pajas mentales que ha armado el chavismo en torno a este tema, es cuando uno se da cuenta que el gobierno no es un simple observador en este mercado, es partícipe!
Ya en el Bicentenario de Valencia los clientes armaron un peo al darse cuenta que los precios no los habían bajado, y seguían a niveles de Daka hace una semana.
Una vez más, esto sólo tiene tres explicaciones posibles:
- El gobierno es parte integrante de la enorme conspiración para joder al pueblo. El Bicentenario está metido hasta los tuétanos en el cartel de especuladores. Tenemos el enemigo por dentro.
- El gobierno – perrúnamente fiel a sus principios socialistas – se niega a enlodarse con las horribles ganancias que le tocarían si desestabilizara el cartel. A tal punto excecran al lucro que dada una oportunidad de oro para reventar a todos los coñuemadres especuladores, sacandolos así del juego y quedándose con el mercado completo, los gerentes del Bicentenario prefirieron no hacerlo porque les dió asco imaginarse los Gulfstreams que iban a tener que comprarse con todo el cochino dinero que se ganarían.
- Hasta el gobierno está perfectamente conciente de que en las condiciones de demanda, de competencia y de acceso a nuevos inventarios que existen en Venezuela hoy en día, si vendes ese televisor por menos de Bs.10,000 no vas a poder reponerlo, y vas a terminar canibalizando tu propio negocio poco a poco.
Hmmmmm…¿cuál de las tres será?