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Sacrificando una vaca sagrada en Venezuela

artículo de Francisco Toro publicado en Foreing Policy

Los observadores del sector petrolero venezolano casi se desmayan el martes cuando el orgulloso gobierno socialista anunció que tiene la intención de privatizar parte de la industria petrolera. Ésa es una decisión que llevaría a la parrilla la vaca ideológica más sagrada de la republica bolivariana. Por primera vez en la era de Chávez, una porción de la vasta industria petrolera venezolana será introducida en una bolsa de valores. (Y así estarán las cosas que será en la bolsa de valores de Hong Kong, en lugar de la de Nueva York o Londres)

La decisión involucra a Petropiar, una compañía mixta conformada por la estatal petrolera venezolana, Petróleos de Venezuela (PDVSA), y la gigante petrolera norteamericana Chevron. Petropiar, la cual tiene la capacidad de transformar 190.000 barriles de petróleo extra pesado en 180.000 barriles de crudo liviano, al día, ha sido propiedad de PDVSA en un 70%, por años, mientras que Chevron es dueña del 30% restante.

Este martes, PDVSA anunció que vendería diez por ciento de las acciones de la compañía al holding estatal chino CITIC. Este solo hecho no es particularmente notable; en la era Chávez ha sido común ver a la estatal petrolera vendiendo partes del negocio a compañías estatales de otros países. La sorpresa vino después, en el mismo anuncio, cuando PDVSA declaró que estaba de acuerdo en permitir que CITIC pusiera una porción de su parte en la bolsa de valores de Hong Kong, esencialmente, permitiendo que cualquier huevón pueda comprar acciones de PDVSA con una simple llamada a sus corredores.

Para los venezolanos, la ironía aquí es imposible de exagerar. Por años, cuando alguien asomaba la idea de que podría convenir vender parte de las acciones en el mercado internacional, el gobierno de Chávez, invariablemente, con indignada repugnancia, decía que eso equivaldría a “vender la patria”. Generalmente tales propuestas son respondidas con denuncias histéricas a políticos de oposición de querer tener vergonzosas intenciones de entregar el petróleo venezolano a especuladores foráneos. Esa idea ha estado en el petronacionalismo del chavismo desde el primer día.

La vaina es que la necesidad de atraer compañías extranjeras para que inviertan en el sector petrolero ha obligado al gobierno a buscarle una vuelta al asunto, y poco a poco, eso ha querido decir, darle permiso a compañías extranjeras para operar en los campos de la faja. Aunque claro, si se le hubiese ocurrido tal idea a un opositor habrían puesto el grito en el cielo, porque obviamente, poner acciones de la industria en los mercados extranjeros es traición a la patria.

Que PDVSA le permita a CITIC privatizar una parte de la industria petrolera demuestra la creciente desesperación del gobierno por atraer inversionistas al país para extraer la vasta reserva de crudo pesado que posee. Aunque Venezuela cuenta con la más grande reserva de petróleo recuperable, la geología de la faja es jodida y Venezuela remata con uno de los climas de inversión más hostiles del mundo. Esas dos cosas, han dejado a PDVSA corta a la hora de buscar los inmensos flujos de capital necesarios para desarrollar la faja adecuadamente.

Con la necesidad imperante de mantener la producción para financiar la ilimitada sed de gasto fiscal del chavismo, PDVSA termina jugando una mano débil al negociar con sus socios potenciales. Tan débil, que ahora está dispuesta a comprometer uno de los principios más sagrados de la era chavista para atraer inversionistas. ¡Habráse visto!

Francisco Toro

Traducción: Adriana Pérez Bonilla

Link del artículo en Foreing Policy

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