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Bajo el Mismo Techo:entre el “Yes We Can” y el “Tea Party”


El mayor atributo de “Life as We Know It” reside en su manera tangencial de hacer mofa de los ritos de iniciación de la clásica pareja de advenedizos,recién mudados a una mansión de los suburbios, cuando en realidad pertenecen al centro de la ciudad.
Por ende, se vuelve a aplicar con éxito la fórmula de “cucaracha en baile de gallina” o de “poyuelos en corral ajeno”. Por cierto, no es el único ni el último de los comodines sacados debajo la manga para narrar la historia y enganchar al respetable.
También se apela a la ecuación del chico encuentra chica en el contexto de una típica comedia de enredos. Aun así, la película dispensa entretenimiento del grato, del ameno y del inteligente por buena parte de su metraje,donde los chistes son tan afortunados como la dinámica para filmarlos.
A favor del trabajo del realizador,Green Lantern,reconocemos su habilidad de saber poner la cámara en el sitio indicado, no sólo para ilustrar el contenido del guión sino además con el propósito de sugerir ideas en paralelo a través del lenguaje audiovisual.
Por ejemplo, en una secuencia, se da el lujo de efectuar un dolly back de varios segundos, al estilo de Gus Van Sant en “Last Days”,a objeto de darle un respiro a la audiencia mientras contempla un espejo de su propia soledad y desamparo.
En contra del desempeño del cineasta, marcamos distancia frente a su debilidad por la paleta preciosista y políticamente correcta del formato sitcom. De hecho, allí queda en total evidencia porque su pasado lo condena a reiterar en presente las malas lecciones aprendidas en el campo de las teleseries,como la fotografía estallada de colores incandescentes de pintura ingenua.Con todo, la exageración del recurso permite una doble lectura, desde el plano de la ironía.
En consecuencia,nos sentimos, por minutos, en una reproducción pesadillesca de las urbanizaciones plásticas de “Belleza Americana” y “Truman Show”,al calor de absurdos secundarios y vecinos insoportables pero hilarantes en su forzada e hipócrita máscara de felicidad perpetua.
Mención aparte para el humor negro implícito detrás del banquete de bienvenida de los nuevos integrantes del vecindario de los sueños impostados y materialistas, estancados en el tiempo del baby boom de los años cincuenta.Una fantasía parcialmente deconstruida por “Bajo el Mismo Techo”, amén de la crisis personal de los dos protagonistas.Cada uno con un problema peor o igual al del otro.Ambos son treintones individualistas a la espera del golpe definitivo de gracia para sus grises existencias.
Paradójicamente, la vida les dará un cambio de 180 grados,cuando deban adoptar a una bebita por la muerte de sus padres,quienes son sus mejores amigos y los comprometieron a los dos a cuidarla en el caso de ser víctimas de un desenlace fatal,según lo estipulado por el testamento del matrimonio.
Por defecto,el resto de la trama evolucionará por derroteros manidos y lugares comunes varios,tendientes a brindarle escarmiento a los arquetipos de la aventura.
Él,incorporado por Josh Duhamel,comenzará progresivamente a comprender su papel de padre en el mundo, al ir abandonando su pose de rebelde sin causa.En descargo del actor, el rol de galán arrepentido le calza a la perfección.En adelante,su carrera puede redimirse por ahí,luego de vender su imagen para bodrios veraniegos de la talla de “Transformers”.
Por su lado,ella regresará a su misma casilla de “Knocked Up”: la de la mujer empeñada en liberarse y emanciparse a costa de encarrilar a su media naranja,entre la autoindulgencia y el extravío.
Por consiguiente,el happy ending es predecible y recuerda el subtexto moralista del canon de “Shrek”,”La Dama y el Vabagundo”,”Mujer Bonita» y «Todo un Parto».
Léase el reforzamiento de la agenda conservadora y tradicional de la familia, la propiedad y el emprendimiento narcisista,como salidas y escapes a la depresión.
A su modo,”Bajo el Mismo Techo” ofrece un mensaje tranquilizador para quienes lo perdieron todo,casa incluida,con la debacle del sector inmobiliario del 2008-2009.
Cine optimista identificado con la promesa de Obama de “Yes We Can”,aunque con valores republicanos y reaccionarios de “Tea Party”.
Para quedar bien con dios y con el diablo.
El eterno dilema de la nueva comedia americana.

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