Llegar a Macuro siempre era una travesía. Una vez que se pasan los ranchitos sin agua que venden empanadas en El Palito, se esquiva a los siempre mal estacionados adoradores del colesterol y la hepatitis, se enfila hacia Puerto Cabello y se cruza donde se ve la tolva gigante de una cementera a la orilla del mar.
No me refiero a la que queda en la paradisíaca Hawaii, no. Esta no es una playa cualquiera. A la que hago referencia queda en Cumboto Norte, Puerto Cabello, junto a uno de los muelles de carga. Supongo que la ironía es lo que da pie a su nombre
Capítulo 15: La Destrucción Cultural de Venezuela
Lee la primera parte aquí
Hemos llegado al llegadero, al momento clave de la noche,al punto de no retorno, a la hora de la chiquita. Para atrás ni para coger impulso. Por allá se asoma una mujer...