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El feriado de los creadores de consenso

El gobierno celebra diez años de revolución, declarando día de asueto nacional. Nadie puede ir a trabajar, so pena de ser multado y perseguido por la ley. Sin embargo, la maquinaría propagandística del gobierno sigue operando como si nada, en su marcha inalterable hacia el futuro.

En las cercanías del Parque los Caobos, por ejemplo, el estado conmemora el aniversario de la revolución, al desplegar una feria de navidad adelantada, roja rojita, donde todo se vende a mitad de precio y mucho menos. Te hay Mercal, te hay tres kilos de papa por el precio de uno, te hay pollo como arroz, te hay la cesta básica, te hay leche en polvo, pero no te hay emoción. Puras caras tristes, lánguidas y afligidas. Cero fiesta, cero parranda, cero bochinche.

 El día tampoco ayuda con su amenaza de lluvia, y el resultado general tiende a evocar el ambiente fúnebre de un velorio colectivo. Nada diferente de un día de luto nacional, próximo a las cartillas de racionamiento made in Cuba.

 La cola comienza detrás del estacionamiento del Teresa Carreño y termina más allá del Ateneo. Es una fila larguísima y uniforme llena de gente desesperada, carenciada y mal alimentada. Así el PSUV juega con el hambre de los pobres, de cara a las elecciones del 15 de febrero.

Irónicamente, escucho a una señora decir: yo compro aquí por necesidad, pero no voy a votar por la enmienda. De tal modo se hace obvia la esterilidad de la campaña publicitaria fomentada por PDVSA y el MINCI. Es importante señalar y acotar un punto: según Edward Berneys, el padre de la opinión pública, a mayor omnipresencia de propaganda, menor respuesta del receptor. Para él, siempre fue contraproducente atosigar de estímulos a la audiencia. Por tanto, Hugo Chavez pierde su dinero al caño al empapelar la ciudad con sus afiches. Ello lejos de garantizar el triunfo político de su iniciativa constitucional, abona el terreno para su inminente derrota.

Mientras tanto, la gente de a pie continúa aparentando su plena solidaridad ideológica hacia el proceso, a lo largo y ancho de la cola para comprar en el Megamercal de los Caobos.

Los más jóvenes no paran de mandar mensajes de texto con sus celulares de último modelo, en tanto los ancianos se calman la sed con Pepsi Cola, sin reparar en la contradicción del asunto o quizás hasta reafirmándolo, porque más sabe el diablo por viejo que por diablo.  

Más allá y para colmo de males, los militares hacen su pequeña contribución con el carnaval de pan y circo, al servir como payasos de un siniestro parque de atracciones para niños, alrededor del tema de la guerra. Cualquier semejanza con las convenciones de la Asociación Americana del Rifle, no es mera coincidencia. Incluso, cabe la comparación con las subastas abiertas de Lockheed Martin, a precios de saldo.

Por allá veo a un chamito manejando un pedestal de hierro con doble tracción de metralla. La imagen me recuerda a una parodia rochelera de El Episodio I, con Anakin junior al mando de los fusiles. Tragicomedia y humor involuntario patrocinado por nuestras gloriosas fuerzas armadas en clave de “MASH” y “Trophic Thunder”.

A la derecha, un soldadito se trepa con una cuerda y queda guindado en el aire, haciendo el ridículo en un simulacro de acción en caliente entre dos árboles desvencijados. Ése amigo no sólo es blanco fácil de las risas sino del enemigo menos entrenado. Por ende, zapatero a su zapato: semejantes milicos deben dedicarse a lo suyo, a repartir bolsas de comida y a amenizar la comparsa del día. Los cabitos en perfecta formación echan un pie, beben cervecita y derrochan físico delante de las señoritas de a quince. 

¿Y la historia qué? Secuestrada, manipulada y condicionada por los tentáculos del comando de inteligencia, a la manera de los gorilas de antaño y a la usanza de los dictadores personalistas de la Venezuela Heroica.Guzmán Blanco elevado a la eñe.   

Finalmente, por ahora cae un chaparrón y el comandante en jefe aprovecha para llover sobre mojado, acompañado por la reunión latinoamericanista de búfalos emparamados y trasnochados. Bienvenido camarada Morales, bienvenido camarada Ortega, bienvenidos a mi cumpleaños feliz. Una torta gigantesca de obligatoria degustación. La guinda se la puede poner usted en el foro, siempre y cuando lo considere oportuno. En cualquier caso, esperamos apagar pronto las diez velitas de la revolución en las próximas elecciones. Suerte y gaceta hípica. 

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