El estudiante chavista ¿esbirro o es burro?

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Gabriel García Márquez ¿esbirro o es burro? Así titulaba Reinaldo Arenas un pequeño fragmento de su obra Necesidad de libertad. No se trataba tan solo de un título sugestivo para animarnos a leer el escrito. Se trataba y se trata en realidad de una pregunta que nos hacemos siempre cuando presenciamos las formas de actuar de los que son parte del totalitarismo. Uno se pregunta siempre si son tan solo burros, como intentándoles expiar de sus pecados, de hacer con ellos una exculpación cristiana. Y somos bobos al pensar que son tan solo burros, cuando perfectamente se puede ser burro y esbirro, aunque esto último es lo que se es predominantemente. Desde hace tiempo ya no se cuentan con escusas. No cabe dar el beneficio de la duda al que no ha dicho todavía la primera verdad, no cabe preguntarse por la bondad del que ha hecho repetidamente de torturador. Cabe tan solo preguntarse, ¿qué harás cuando te atrapen? Si dejarte torturar o suicidarte. Porque ni el más blando y acomodaticio está exento de las garras de una dictadura, ni siquiera ese que voltea la cara ante el crimen. O se es esbirro o se es ciudadano libre y si eres este último sabes cuales son los riesgos.

Los estudiantes chavistas tienen un prontuario. Es bueno resaltar que no son en realidad estudiantes. A un esbirro no se le puede llamar así. Cabe, sí, decir que son ovejas de pastoreo que pretenden convertir la universidad en su corral. Cuando ven a un hombre libre sienten odio y miedo. En todas las luchas estudiantiles los esbirros se han puesto en contra de quien protesta. Ahora, cuando los profesores están en huelga, dicen que se les viola su derecho a ser educados. Lo primero que hay que preguntarse es ¿y qué educación puede recibir este tipo de oveja infame? Educar es una cosa distinta a memorizar respuestas, educar es algo distinto a poner en el carril a los súbditos. Quien educa, lo mínimo y lo máximo que puede hacer es enseñar al educado a buscar respuestas por sí mismo. Los estudiantes chavistas siempre han pensado que la gente va a la Universidad a recibir una clase e irse, y claro, cuando su profesor no quiere convertirse en un esclavo suyo simplemente creen que les viola un derecho. ¿Qué clase de ser abyecto puede pensar que tiene el derecho a que los demás sean sus esclavos? Los abyectos estos quieren ampararse en un artículo de la Constitución donde dice que tienen derecho a la educación. Primero: ¿saben las bestias estas qué es educación? Creen que educación es ir a ver a un profesor a mover las manos y anotar en un cuaderno. Segundo: piensan que este, su derecho no a la educación, sino a reproducir en el cuaderno, es más importante que el del profesor a hacer huelga por la situación de la Universidad. Las bestias estas embrutecidas creen que la gente es igual de esclava que ellas. En realidad no lo creen y eso es lo que les molesta, saben que los demás no son unos esclavos pero quieren que sean, como ellos, unos esbirros.

Porque hay estudiantes que saben que los profesores no estuvieron muchos de acuerdo con las protestas del año pasado y eso les molesta. Esto es un disgusto legítimo y muy distinto al de los esbirros universitarios. Hay otros que creen que el paro no es la mejor forma de protestar, esto es un disgusto legítimo también. Pero hay otros que apelan a un derecho suyo que no existe. No existe el derecho de convertir a otro en esclavo. Así probablemente pensaba Platón y piensa Maduro, pero así no piensa el hombre que tiene un mínimo de humanidad. Así no pensaba Pericles, por tanto, tampoco cabe exculpar al hombre antiguo de su inhumanidad. Así no piensa sobre todo el hombre libre. Ser libre es, ante todo, buscar la libertad de los demás.

Escuché hace poco a uno decir que él quería graduarse para ser profesor, ¿quién le va a creer? ¿Y va a dar clase en dónde? ¿En la universidad que él mismo destruyó? No se puede ser más hipócrita y desalmado, no se puede ser más esbirro. Muchos de estos lo que quieren es graduarse para irse, como cualquier hijo de vecino, como yo. Y lo digo porque los conozco. Pero no hay esbirro más abyecto que este. Este esbirro, no harto con mentir, escapa después de la barbarie que él mismo construyó, sabiendo, además, que lo que quería era escapar.

Los venezolanos vivimos en un régimen sin precedentes. Quizá existieron otros más mentirosos, pero yo francamente no los conozco. No puedo imaginarme a alguien más mentiroso que los gorilas al mando. Y es difícil imaginarse a un esbirro más complaciente que el que tiene la oportunidad de entrar al recinto de donde salen, a veces, ciudadanos libres y sin embargo pisotearlo y escupirlo. Los esbirros lo son desde que nacen hasta que se mueren.

Honor y gloria a quien no es un esbirro.

«No sigas a la mayoría para hacer el mal». Yo mismo he hecho el mal por seguir a la mayoría. Prometo no hacerlo más,
Un estudiante.

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