El Perro Rojo

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El perro rojo

 

Me levanto de la cama de la misma manera que lo hago cada mañana. Salgo de la habitación y el silencio es evidente y superlativo.

Voy a la cocina,  preparo y me sirvo con mucho entusiasmo una taza de café muy negro, con poca azúcar. De  inmediato, La cafeína llega al centro de mi cerebro. Estoy listo para el resto del día. Pienso.

Salgo al porche de la casa (en ropa interior) para sentir como la brisa matutina se adhiere a mi piel y me seduce con su inequívoca armonía.

El cielo  está casi azul. Tratando de vislumbrar entre tantas nubes grises que quedan aun de la madrugada. Me siento feliz. Entregado al albedrio de la vida. Casi desnudo, con nada más que el ajustado calzón y las sucias medias de algodón.   Estoy tan extasiado con el olor de la mañana que no  me importa por segundos  la inoportuna mirada de  la vecina.  Permanece allí observando, o más bien contemplando  el ecuador de mi cuerpo. Le sonrío y le arrojó una mirada de ternura infinita. Me mira con reproche y entra a su casa.

Regreso al interior de la casa. Es tan extraño que mis roommates aun no estén despiertos. Supongo que la resaca les carcome el cerebro. Los tres son  unos idiotas  que beben todas  las noches y casi nunca van a clases. Devoran cinco de “Cacique en menos de dos horas” se fuman todo lo que pueda encenderse y no ha pasado ni la primera botella cuando ya quieren llamar a las Putas.

Regreso a mi habitación. Me recuesto a la orilla de la cama con medio cuerpo afuera.  Con los pies descalzos sintiendo la inclemencia del frio piso…

Un inmenso sauce derribado en el piso. El perro rojo devora sus ramas con sus colmillos de hierro. Esta vez no me observa. Aúlla un poco, y continúa con su inverosímil festín. Lo he visto antes, pero esta vez lo veo más grande y está más cerca. Su hedor es profundo e intolerable como  la cueva de un murciélago. Me fijo en sus ojos. Son amarillos. Un frio me recorre los huesos y me los encala. Las tinieblas  no son calurosas como afirma el mito.  Son definitivamente tan frías  como un errante espíritu.

Fin del letargo…

Comienzo a vestirme. Los converse viejos. Los jeans  rotos  de hace unos cinco años y que nunca pierdo porque dejé de crecer a los diecisiete.

Salgo de la habitación de nuevo con la incertidumbre del paradero de mis tontos roommates.   Quizás se quedaron anoche con unas tipas y cuadraron una orgy.

Por un segundo decido dejar de darme mala vida, sin embargo decido llamar a uno de ellos. Después de más de diez repiques. Llamo al segundo. Otra decena de repiques y llamo al tercero.

Se escucha un teléfono celular  en la habitación del medio  y está cerrada. Toco  con cuidado y nadie sale. Tal vez   el muy estúpido dejó su teléfono o quizás está aun noqueado por el ímpetu del alcohol o la misma locura del sexo.

Después de preparar y tomar un delicioso desayuno  salgo de la casa para ir a la universidad. Mi gato que de seguro ha pasado la noche  buscando hembras trata de entrar a la casa por la ventana. Pero, percibo que tiene miedo, vacila entre las ganas que tiene de entrar y al mismo tiempo de no hacerlo.

Me mira y veo en sus ojos amarillos el reflejo del perro rojo. Me asusto pero la curiosidad   me sobrepone al miedo. Lo llamo para que se acerque pero no quiere, en vez, corre. Se monta a una gran pared y su figura se desvanece rápidamente entre la infinita fila de todas las techos

Me quedo un rato pensando. Tratando de convencerme que lo que he visto en los ojos del felino no es más que   una ilusión producida por el cansancio. Regreso a una vez más a la casa porque me doy cuenta que he dejado mi teléfono celular.

De pronto, un hedor profundo proviene del patio trasero. ¿Por qué no he sentido ese olor cuando me levanté? Un hedor  tan intensamente desagradable. Cubro mi nariz con un pañuelo que saco de mis bolsillos.    Abro la puerta del patio trasero y para mi sorpresa tres cadáveres decoran el pie del sauce. ¡Son ellos! Mis roommates ¡Están muertos!  ¡Sus cuerpos están apuñalados!

Se escucha de súbito un aullido. Lento pero tormentoso. Suena en mi cabeza. Intento encontrarlo. Ubico el sonido. Corro hacia la casa porque viene de allí. En algún lugar de ella, la difuminada armonía infernal esta incrustada. Lo sé. Busco el sonido  por cada rincón de la casa. Sé que la bestia está cerca, sin embargo después de unos cuantos minutos me canso, me rindo y me siento en el sofá.  Miro al espejo y cuando menos me lo espero, lo veo allí (el perro rojo) empotrado  en ese universo de cristal. Mostrando sus feroces colmillos.  Observo sus amarillos ojos  y recuerdo  una vez más  lo reprimido: la fuerza inalienable de su apetito voraz. 

 

fin

3 Comentarios

  1. Es original y el final es inesperado. Sabes mantener el suspenso por un buen tiempo, pero lo haces utilizando recursos truculentos, y no con la historia en sí. El interés de seguir leyendo, la tensión narrativa debe provenir de forma orgánica de la misma historia, de la curiosidad que le produce el personaje al lector. El lector se identifica con un personaje activo, y en este caso el personaje es totalmente pasivo. No desea nada, no quiere nada, no busca nada. Todo es como la descripción de un gran «trip» de drogas alucinógenas y el personaje resulta ser una víctima de lo que está pasando. Es bastante «Cortazar» tu estilo y eso no es malo. Tienes bastante originalidad en lo que escribes y creo que debes mantenerla, pero recuerda que escribes para otras personas y las otras personas no piensan como tú. Tu «deber» como escritor es proponer una historia o una pieza literaria y dársela al lector en «pedacitos», que sea facilmente digerible, que el lector pueda imaginarse lo que está sucediendo y que la historia sea verosimil en los términos que tu mismo como escritor plantees. Eso quiere decir que cada elemento de la historia tiene que estar relacionado con todos los otros elementos, en este caso, de dónde salió el perro rojo? por qué en ese mundo existe ese perro? Es un castigo al personaje por haberse portado mal? Entiendes lo que digo, el perro tiene que tener alguna justificación de por qué está ahí. Tu creas las reglas, pero debes entender que si quieres que la gente lea lo que escribes, hay un puente que tienes que construir. Construir una historia es un trabajo muy complicado y requiere paciencia y varios días de maduración en tu mente. Todo parte de una idea que te inspira. Esa idea la debes desarrollar de la misma forma que se teje una Hamaca, poco a poco, sin apurarte.

  2. Muchas gracias amigo MCH de verdad aprecio mucho sus sabios comentarios y recomendaciones. Espero ir mejorando poco a poco y aprender a construir ese puente que me has recomendado..
    saludos!!!!!!!!!!!!!

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