Con formación social media

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Haters gonna hate

 

Las social media son herramientas que, en primera instancia, permiten crear y compartir información en las comunidades virtuales de la red 2.0. Actualmente pensar en comunidades virtuales refiere tanto a la noción del constante intercambio de información así como al espacio virtual que permite re dibujarnos, como individuos y comunidades. No obstante, sería ingenuo afirmar que la capacidad para re dibujarnos es exclusiva del mundo virtual. La proliferación de tecnología móvil en la actualidad (que soporta las social media) plantea formas de interacción social muy particulares, interacciones complejas que manifiestan oscilaciones interesantes entre el mundo virtual y el mundo real. Las siguientes líneas constituyen una invitación no sólo a pensar en tales interacciones, sino a comprender cómo el mundo virtual es también una de las mejores ilustraciones del papel activo de los sujetos en la conformación de su entorno

 

Desde la concepción de la comunidad virtual como intercambio de información, es posible rastrear cómo las interacciones que se dan dentro de tal marco reafirman con total claridad el papel constructivo de los seres humanos frente a su entorno. En la era primitiva de la comunicación virtual la exclusividad la poseía el texto escrito. La hegemonía del texto permite develar el dominio del lenguaje sobre la existencia, dominio que se logra explicitar maravillosamente en el mundo virtual. En las comunidades virtuales dentro de una discusión pública un texto anónimo puede ser suficiente para que otro texto firmado se vea en la necesidad de censurarse o retirarse voluntariamente: Lo importante no es quien diga que, sino lo dicho en sí mismo.

 

A pesar de que la tecnología poco a poco ha intentado minimizar la hegemonía del texto con el desarrollo de opciones audiovisuales, no es posible negar como la textualidad aún mantiene su dominio. A través del texto es posible conseguir otro sitio, no sólo de formación de criterio acerca de un asunto particular, sino también de conformación del entorno en sí. En el caso de la comunicación virtual puede verse en la restitución necesaria del ritmo, que debe efectuar quien lee, las pausas y el tono de un mensaje público constituyen una restauración/renovación que puede llevar a múltiples desacuerdos, ya que más que una restitución la acción tiende a la incorporación. Mucho de los desacuerdos virtuales radican en este asunto particular: la incorporación de un tono a un texto que quizás no estaba implicado por quien lo creó originalmente. En algunos casos este asunto se pretende resolver de manera simbólica con el uso de emoticones, pero los usos simbólicos también colocan al lector en una tarea interpretativa, lo cual deja en manifiesto su papel activo y la posibilidad siempre abierta para la confusión.

 

Las comunidades virtuales se erigen como zonas de tolerancia frente a la hostilidad reinante del mundo real. La zona de tolerancia radica en el espacio virtual como sitio de reconocimiento seguro, la posibilidad de abrirse al mundo “exterior” desde la comodidad del hogar, la sala de espera o el metro de una ciudad se constituye en la actualidad como mecanismo efectivo para la conformación y preservación del sí mismo. En el espacio virtual se teje una realidad propia, no es exclusivamente un asunto de información objetual, es un asunto de formación intersubjetiva. Dicho en otras palabras, conformo a los demás como los demás me conforman a mi. Hablar de reconocimiento de tal manera involucra el conocimiento del exterior así como un conocimiento interior, la comunidad virtual es un sitio donde muchos pueden verse a sí mismos tanto desde los sentidos de los demás, como desde los sentidos propios al traducir la existencia a un perfil social.

 

La traducción de la existencia a un perfil social trae consigo consecuencias que pueden bien contribuir tanto a la confusión como a la integración. Un primer asunto que da pie a la confusión es como la existencia en las social media es un tipo de existencia infinita. La presencia virtual es una suerte de infinito estar, y como bien apuntará Nagarjuna, el problema de la infinitud se encuentra en la imposibilidad de ubicar el principio y el fin. La confusión es fértil en las comunidades virtuales en la medida que mucho contenido pierde su propia temporalidad: lo que se colocó hace un par de años puede aparecer nuevamente hoy, y no sólo aparecer hoy, sino aparecer como una creación del momento. De tal forma el espacio virtual es un depósito de información que puede ser recuperada en cualquier momento, pero como bien ha sido mencionado anteriormente, cada acto de recuperación es un acto interpretativo, que refiere a la incorporación de sentido o vitalidad a lo interpretado.

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