¡Gracias, comandante!

0
1731

chavez gracias

Querido Comandante Chávez:

Le escribo para agradecerle, ya que todo lo que he conseguido en la vida lo he conseguido gracias a usted. Por ejemplo, en lo material, gracias a su revolución he podido hacerme propietario de un pequeño apartamento que estoy pagando con cuotas abordables. Además, gracias al chavismo, mi ciudad se ha convertido en un hervidero cultural: todas las semanas hay exposiciones, conciertos, películas de calidad en el cine y lugares de esparcimiento y diversión. ¡Gracias!

Gracias a su revolución, ahora disfruto de un sistema de salud de calidad, universal y gratuito. A pocas cuadras de mi edificio hay un hospital capaz de atender cualquier eventualidad. Sé que mi esposa y mi hija están cubiertas y ya no tendrán que preocuparse de caer en bancarrota si tienen la mala suerte de pasar más de tres días internados en una clínica.

También agradezco las oportunidades de educación que podrá disfrutar mi hija. Una red de colegios exigentes y de nivel le garantizarán bases sólidas para poder perseguir sus sueños cuando esté más grande. Podrá escoger su carrera, perseguirla en una Universidad o en una Escuela técnica, o seguir una formación artística si le provoca ser fotógrafa o cineasta. Todo esto sumado a saber que la tomarán en cuenta por sus capacidades y sus competencias, no por el tamaño de su trasero.

Gracias por todo esto, Comandante Hugo Chávez. Si no fuera por usted y su revolución anticientífica, premodernista y barbárica, yo probablemente estaría pasando trabajo. Sin usted, capaz me quedo en Venezuela. En cambio, me he mudado a una capital europea, donde la cosa no ha sido fácil, para nada, pero he podido alcanzar todo lo antes mencionado. Imagínese, ¡gracias a usted, en algunos años seré *el dueño* de un apartamento en una de las ciudades más bellas del mundo! Y pensar que antes quería volver a Venezuela, a ser «profesor». ¡Ja! Qué idea tan ridícula. Fíjese que no me hubiese importado ganar poco o arriesgar la salud, o tener que complementar la educación de mi hija. Antes, ¡yo creía! Pensaba que podíamos construir una nación, que lo más digno era participar, desarrollar proyectos, ser un ciudadano emprendedor e infatigable.

Hoy en día, gracias a usted y a su proyecto, «hagamos un rompecabezas con un martillo» -ni hablemos del ígnaro contumaz con delirios de Pinochet que nos legó-, mi vida es muchísimo más simple. No hay grandes relatos, no hay objetivos épicos o pretenciones colosales. Y soy feliz.

Supongo que es eso, Comandante: gracias a usted, me vale madre todo. Sólo me importan los míos, lo que pueda proveerles y garantizarles. Gran paradoja que, al quitarme ese peso de encima (de ser «venezolano», de ser llamado a responder al gran momento histórico que Bolívar ZZZZzzzzz….) he encontrado la felicidad. Felicidad simple, felicidad modesta, pero felicidad al fin.

Gracias.

Artículo anteriorBoyhood
Artículo siguienteNaturaleza muerta
Barman, guía turístico, sirviente y amo de casa, traductor, profesor de lenguas, niñero, encuestador en la calle, extra de películas, vigilante nocturno, obrero de mudanzas, editor de películas, músico de Metro; eso hasta ahora. Aparte de sus incursiones en el mundo laboral, escribió y publicó novelas (https://www.panfletonegro.com/v/2010/11/22/yo-mate-a-simon-bolivar/), colaboró con periódicos y revistas electrónicas y participó en debates y mesas redondas. Hoy en día, colabora con oscuros y desconocidos artistas de todo tipo y añora realizar su sueño, ser dueño de un circo. Por las noches lleva a cabo audiciones para el puesto de “tragadora de espadas” con mujeres de todo tipo. Jamás ha practicado patinaje artístico.

Dejar respuesta

Please enter your comment!
Please enter your name here