Solo hay un camino para Venezuela

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“La libertad es un estómago lleno”

Medio país no se explica, no le entra en la cabeza, cómo hay gente que pasa necesidades, y sigue apoyando el mal llamado socialismo del siglo XXI. No le entra que otros países de su entorno, con una tradición de izquierda y de lucha contra las más duras dictaduras del pasado siglo en Latinoamérica guarden silencio ante lo que está sucediendo en Venezuela. Les duele hondamente que ni siquiera se deje hablar a una representante de la oposición como María Corina Machado en el seno de la OEA, y lo califican (acertadamente) de censura al pueblo venezolano, al menos al pueblo venezolano que conocen.

Y es que del otro lado, del bando “rojo rojito”, no hay más que una cuerda de “malandros”, ignorantes y brutos sin educación. Y los países “amigos” están comprados con el petróleo, por eso no ayudan a los venezolanos que son “buena gente”.

Y uno se pregunta si esa será toda la verdad o es sólo una parte. Sin negar ni justificar la barbarie que está sufriendo este país, ¿qué nos trae a esta situación?

La pobreza es y sigue siendo en América Latina la principal causa de desestabilización política, y de cómo se gestione la riqueza depende en gran medida el prosperar de los pueblos. Pero no es suficiente con tener riqueza, esta debe ser accesible, de manera que todos tengan, en mayor o menor grado, las mismas oportunidades para prosperar y poder cumplir sus proyectos de vida.

En 15 años de revolución, estas diferencias sociales han sido el tema principal de división de un país, un país de ricos y pobres, pero de venezolanos al fin. Y en esos 15 años, todo el trabajo que se ha hecho, -enfrentando siempre de una brutal maquinaria del estado, y bajo persecución ideológica constante-, ha sido insuficiente para atajar la causa del problema.

Con Chávez, el pobre, el que nada tiene que perder, porque nada tiene, por fin había encontrado una voz que hablaba por él. Porque el hambre es más fuerte que la razón, y el dinero es cobarde, es que ahora estamos como estamos.

Sería injusto no resaltar aquí el trabajo realizado por la oposición durante estos casi 15 años. Podría sonar a insulto o a falacia por reducción, pero no es mi propósito señalar el pasado, sino buscar las causas para encontrar la verdadera salida. El camino del que tanto se habla.

Se habla de reconstruir Venezuela, de usar la vía democrática, de salir a la calle, y eso está bien. Los problemas están ahí. Todos los conocemos. Pero eso ya se ha ensayado, y por si mismo es difícil que sirva de algo contra el descaro gubernamental. A veces uno se emociona pensando que aquí se dará una especie de pacífica revolución de los claveles a la venezolana.

¿Entonces quien le pone un parao a esto? ¿Cómo se hace para recuperar para un país a toda esa gente que le teme más a esa derecha egoísta que abusó y abusa de los pueblos latinoamericanos que a la enloquecida izquierda que ahora estamos conociendo? ¿Volvemos a las sanciones económicas inútiles (véase Cuba) o a los golpes de estado (elije el que más te guste)?

El único camino es el diálogo sincero, la creación de espacios de convivencia, el persona a persona, y el proyecto honesto de una alternativa que tenga a todos en su programa, A TODOS, sin distinguir si tiene o no dinero, si tiene o no creencias ni ideologías políticas afines. No todo chavista es ni puede ser mi enemigo, ni todo opositor es o puede ser mi amigo.

La solución empieza por ti mismo. Decirlo es muy fácil, lo arrecho es ponerlo a rodar. Ok, no lo hagas por convicción si no lo sientes, seguiremos varados en la misma playa, pero sería bueno que le diéramos una oportunidad a las personas, porque lo que se ha hecho hasta ahora no ha dado mucho resultado.

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