La casa de Lusinchi

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En la mañana de ayer un variado y florido contingente de «fuerzas del orden» se presentaron, sin previo aviso, en un caserón ubicado al final de la Avenida Las Acacias -en la urbanización La Florida del distrito Libertador- para efectuar un operativo que, visto desde fuera, parecía de una envergadura fundamental para la convivencia ciudadana.

Terrorismo, secuestro, serial killer, desarmar una bomba…. Era lo mínimo que sugería el despliegue… la foto del despliegue.

Los primeros rumores madrugadores llegaban (tendenciosos como somos) apuntando a un allanamiento de carácter político. Aunque rápidamente la incógnita era despejaba con certeza por irredentas y desgarradoras manifestaciones de dolor, indignación e impotencia de los miembros de la «vecindad» que habitaba el caserón.
Si, VECINDAD! Lo cierto es que en dicho enclave habitaban, según se sabe, cerca de 30 familias.

(DISGREGACIÓN PRIMERA)
Los burgueses, para criminalizar el asunto -y para salvar nuestros muebles- le llamamos al fenómeno «invasión», aunque luego nos paseemos por Europa dando saltos de uno a otro centro OKUPA, disfrutando de su oferta cultural y, sobretodo, de su cosmogonía libertaria; llegamos incluso a rubricar su causa, porque somos chéveres y cosmopolitas.
Entendemos como fundamental la sutil diferencia entre «ocupar» e «invadir»… Todo sea por ese sagrado derecho humano que es la propiedad privada. No se vaya a pensar que uno es comunista cubano y el resto que prosigue a la calificación..
(FIN DISGREGACIÓN)

No me constan ni las circunstancias ni el proceso de establecimiento de estas gentes en dicho enclave que, ahora, se revela como la casa de Lusinchi. Aquel inefable congénere al que hicimos presidente de este patio.
A decir verdad, he ido descubriendo como peatón la realidad de estas gentes sólo por la constancia transeunte, puesto que ninguna otra señal fácil delataba la «irregularidad». De hecho, ha sido el domingo 23 cuando, dando una vuelta excesiva a la búsqueda de un gato perdido, me he percatado finalmente de dicha realidad.
30 familias constituidas en vecindad y (Oh, gran delito!), cobijándose de la coño’e’madre interperie de esta ciudad, esta sociedad…. Usurpando la cosa esa perversa que va acuñada en las pancartas y soflamas de moda, que es la fulana «libertad» a la propiedad privada.

En fin, el momento lo hubiese podido retratar mejor otro: colchonetas a la calle, pegadas al armario ya medio destrozado, bluyines con libros escolares, el radiocaset, las toallas sanitarias, el pentium III, la playestachon, el hervido del mediodía, las ilusiones, el arraigo, la esperanza…. Todo a la calle! Intentando buscar sitio en la composición….

La ESTRUCTURA, digamos….. Botas y uniformes, armamento de guerra… Orden judicial… Vehículos de última generación… Cadena de mando… Insulto.. coacción… amedrentamiento… amenazas…
30 hogares destruidos, atemorizados, indignados, impotentes, desvalidos, desesperanzados…. heridos gravemente, quizá sin cura….
Desalojo de la dignidad humana de la manera más vil y perversa… sádica…

Presumo que toda esta mierda ha sido para contentar a los burgueses…. Espero, de todo corazón, que más nunca puedan dormir en paz si estoy en lo cierto.

Pero entonces se cuela el rumor de que la susodicha casa tiene un destino certero. Un alto mando militar puede resultar el beneficiario de tamaña barbaridad…..!

No existe ninguna excusa para esta abominable acción!

Por lo pronto no se nos ha visto por allí ni a unos ni a otros!
Ni guarimbas, ni pancartas, soflamas, manifiestos ni ostias…..!
30 familias a deriva en una sociedad de mierda que sólo levanta la voz para salvar su modo de vida, que pasa por raspar su cupo en Florida.

Ni tu ni yo estamos ahí para las batallitas reales.

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