Venezuela, un país en convulsión.

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Comenzaré por decir algo tan básico y real para todos mis contemporáneos que se identifican por no haber conocido otro modelo político en este país… cuando llegó este gobierno al poder tenía 8 años y actualmente tengo 23. A pesar de todos los problemas que Venezuela tenía en el pasado, que por lo leído no son muy diferentes a los que tiene hoy en día, creo que la mayoría de nuestros padres podrían coincidir en que al menos era un país habitable. Quiero hacer referencia a los fuertes momentos que vivimos actualmente toda la sociedad y en particular la juventud y estudiantes. No hay que ser un experto en política ni economía para darnos cuenta que la mala gestión de este gobierno nos llevará a un colapso social y económico. (cuyas consecuencias están a la vista después de 15 años y el que quiera o no quiera ver, bueno, que siga siendo feliz haciendo cola o espere el metal frío en la sien para que le quiten el teléfono en una esquina).

Las peticiones del pueblo venezolano, en concreto, no son la de tumbar el gobierno, como pretenden demostrarlo a través de sus cadenas demagógicas y de manipulación, satanizando las protestas y a los estudiantes que para ellos están en un complot. La situación actual que vive el país en cuanto a escasez, las colas para todo, inseguridad, impunidad, corrupción, el alto costo de la vida, el desempleo, deterioro de los servicios públicos, etc, etc, etc… pare usted de contar, habla por sí sola y si nos ponemos a describir detalladamente cada uno de estos problemas necesitaré tres días para hacerlo. Lo irónico de esto es que en las pasadas campañas electorales acusaban a Capriles de traernos un «paquetazo» económico, vaya, lo que no sabíamos es que estos nos metieron el paquete entero, con la inflación más alta del mundo, un país que lo importa todo, en el que las divisas son chupadas por vampiros rojos y que cada vez son más difíciles de acceder por parte de los sectores privados, sin mencionar que estamos endeudados hasta la cacha con los chinos, rusos y le vendemos petróleo a los gringos conspiradores. Independencia o nada ¿eh?

Hablo en nombre de todos esos jóvenes, estudiantes, que luchan por un mejor futuro, que se preparan para salir a la calle a enfrentar un país en ruinas. En el que en 15 años no se tuvo una visión de crear espacios de trabajo fuera de los entes del gobierno, donde al mismo tiempo pretenden adoctrinar y obligar a acatar lineamientos políticos. ¿Acaso no ahuyentaron toda inversión privada? Se incentivó aún más la política limosnera y los profesionales son cada vez más desprestigiados, cuestión que ha producido un éxodo masivo de venezolanos buscando mejores oportunidades en el exterior. Si algo exporta este país, es talento humano de primera.

Siendo todo esto un conjunto de circunstancias a las que han llevado a esta especie de estallido que en cualquier momento hubiera podido ocurrir sin la instigación de nadie. De hecho, se dice que la revuelta que comenzó en el Táchira tiene un trasfondo adicional, pero no quiero adentrarme en esos detalles en esta ocasión.

El gobierno nefasto presidido por el presidente Nicolás Maduro, que al parecer no es más que un títere defectuoso, se ha quitado la careta. Solamente hay que ser un poco consciente para reaccionar a lo que ha podido capturar nuestra población mediante centenares de videos aficionados subidos a las redes sociales (que son el único medio sin censura hasta ahora) y lo que vivimos en carne propia día a día.

Simplemente es la voz de un pueblo (estudiantes y juventud al frente) obstinado y arrecho de tanta retórica y poca pragmática, porque un joven que hoy en día tiene 20 años, que creció en este proceso revolucionario fracasado que prometió erradicar todos los males que criticaba, -al contrario los ha multiplicado-, es esto todo lo que ha vivido. Un país dividido, fracturado, que no espera una mala mirada para meterte un insulto, alimentado por un discurso vomitivo, que por un lado habla de paz, paz y paz, mientras te apuntan con un cañón de fal. Estamos sumidos en la violencia, una violencia anárquica, a la que además se suma el estado, la GNB, la PNB, SEBIN, protegiendo grupos armados, llamados «colectivos» que masacran e intentan silenciar las voces del descontento. Se recrimina salvajemente por protestar (en cualquiera de sus formas), con perdigones a quemarropa, balas e incluso detenciones al estilo más puro de una dictadura desesperada y aferrada al poder. Varios estudiantes muertos, cientos de heridos, incluso vejados y muchos de ellos detenidos. Entonces aquí un punto en el cual yo creo que muchos afectos al oficialismo serios y opositores podríamos plantearnos preguntas lógicas como: ¿Si tienen la convicción de reprimir y matar estudiantes inocentes por qué no lo hacen con el delincuente que tanto le hace mal a esta sociedad?, ¿Por qué lo tratan con flores y le tienden la mano a bandas criminales organizadas mientras callan a plomo la voz de reclamos justos? La respuesta es muy sencilla: este es un estado cómplice con la delincuencia, la impunidad y la corrupción. Le interesa mantener colectivos armados y delincuentes que amedrenten a la población para ellos poder tener un control social-económico mediante el miedo y la violencia.

Un punto en el que quiero profundizar aquí, y creo que es el peor de todos para mí, -el punto de quiebre-, es la represión feroz e inaceptable por parte de los cuerpos del estado contra la población civil, armas de fuego contra barricadas, balas contra consignas. Es sabido que estos tipos reciben órdenes de arriba para arremeter contra todo lo que se les atraviese… pero mi pregunta es: ¿Serán venezolanos? y no me refiero a si son cubanos, ¿Serán venezolanos de corazón? ¿Son estos los protectores del pueblo? ¿Recordarán las palabras de Bolívar que ellos tanto pregonan? Hasta se han atrevido a disparar dentro de las residencias familiares y causar destrozos (hechos grabados en videos aficionados). Esto ha generando un enorme repudio e indignación, una repulsión contra esta gente que en vez de protegernos nos está masacrando como asesinos a sueldo. El odio y el rencor engendrado hacia ellos (como cuerpos de seguridad y/o figuras de autoridad) se sigue acrecentado por las actuaciones bárbaras en contra de su propio pueblo. Hecho que, será difícil de subsanar por mucho tiempo. Nadie confiará en nada. La pizca de confianza que pudo haber existido fue pisoteada con sus déspotas botas militares.

Un paréntesis que quiero hacer antes de terminar, es que es importante recordar que este gobierno camina sobre piso de anime desde las dudosas elecciones presidenciales de abril del 2013, siendo electo por una diferencia de más o menos 300.000 votos, -que no es nada-, la oposición hace la petición de abrir los cuadernos electorales y el supuesto presidente electo, en su primer discurso de victoria hasta aceptó anticipadamente hacerlo. Días después se negó está petición rotundamente, (a la que seguro sus jefes le dijeron: «¿qué animalada hiciste?»). Lo que trajo como consecuencia una serie de protestas y muertes que hasta el día de hoy vaya a saber usted si se hizo justicia. Se ufanan de tener el mejor sistema electoral del mundo, ok… siempre y cuando permitan hacerle las auditorías solicitadas como en aquella ocasión (abrir los cuadernos de votación, no decir que las máquinas son bonitas), para comparar las papeletas emitidas por el sistema automatizado de manera que correspondan con cada uno de los votantes. Aquí vale mencionar el trillado dicho «el que no la debe…»

Retomando la línea de lo que venía diciendo, la violencia trae más violencia y mientras haya injusticia e impunidad jamás habrá paz. Y como prueba clara de la injusta injusticia de este país, ¿Por qué la fiscal en un gesto por demostrar la imparcialidad de los poderes no abre averiguaciones contra el Sr. Ameliach por sus declaraciones en las redes sociales de «contraataque fulminante» que le dará la orden Diosdado Cabello? Me imagino que en lenguaje chavista eso significa paz, amor y unión.

Y para culminar este artículo, -que solo es una opinión personal de un joven a punto de graduarse- el valor de la libertad y de oponernos a sistemas injustos y opresores se llevan dentro y es algo que no nos podrán quitar nunca. Cada vez que esta revolución inculpa de «fascistas» lo dice viéndose al espejo.

Resiste Venezuela.

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