Sin Titúlo Preciso. En un primero de enero

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A las 3h43 pm, hora Italiana, debería continuar con mis estudios sobre la guerra fría, debería haber comenzado desde esta mañana con mis estudios, debería comenzar con mis estudios sobre la guerra fría.
Sin embargo me quedo plasmado en un estado de reflexiones tan etéreas que no logro concentrarme en mis estudios, los cuales desde hace un mes y medio me han saturado, me han fascinado.
No tengo intenciones de aburrirme y escribir excusas del porque no estudio en este momento y del porque debería continuar; del porque he decidido ponerme a escribir para darle significado a mi tiempo hueco, deteriorado y abusado.
El año ha tomado su curso nuevo y con el, aparentemente, nosotros también. He decidido por ende publicar en Panfleto Negro, en el limite de lo posible, mis comentarios y sumarlos al sin fin de muchos tantos que inundan, cautivan, aburren, critican y reflexionan nuestras mentes «hiper-activadas» e «hiper-conectadas» a la web, para bien o para mal.
Escribo tan lento como logro acomodar mis ideas, varias se escapan, otras se mezclan con las que se escaparon, quedan muchas malas, otras terribles y sin embargo me empeño testarudo en darle forma a esta suerte de ensayo inaugural.
Con la sutileza que los primeros de enero ofrecen, es imposible querer acarearse con esos argumentos que cómo venezolanos, ciudadanos del mundo, atrapados en una Venezuela paralela, nos atormentan hasta el más pérfido fatalismo y el más espectacular comportamiento satírico i.e la enfermedad del presidente y el psico-drama que lo rodea; la delincuencia; la africanización del estado venezolano; el, por inaugurarse, posiblemente, narco-estado; de la decadencia; de las frustraciones, quasi apáticas, que viven quienes se han quedado en Venezuela y de la impotencia y desilusión de quienes estamos fuera. A pesar de ello, inevitablemente nos enfrentamos a esto, a veces hasta nos sumergimos románticamente en esto.
Desde hace cuatro años no hago parte, al menos físicamente, de un país que vi crecer atrofiado gracias a la obra criminal de un «Gorilato» (le tomo prestado el adjetivo a un usuario, de quien no recuerdo el nombre) resentido y abusivo; a pesar de ello no he perdido mi conexión con esa torturada Venezuela a la que regreso anualmente, (recientemente en ocasión de las elecciones del pasado 7-O) y que se convierte en algo cada día mas ajena a ella misma, ella simplemente ya no es y lo que queda de ella son varios oasis recluidos en un desierto de constante decadencia y resentimiento que arrasa y corrompe.
Claro que esto ya lo sabemos, o por lo menos varios de nosotros lo sabemos.
A las 4h26 pm, no he escrito cosas de gran significado, siquiera algo nuevo o creativamente re-inventado. He escrito esas mismas reflexiones etéreas, que tantas formas toman y que estampadas parecen una ceniza de letras de algún libro fracasado en un conato (valga la redundancia).
D.M

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