Los que quieran Patria, vengan conmigo para Cuba

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Ayer regresamos exhaustos en la noche y nos rendimos al placer de ver el Festival de cuadrangulares organizado por Pepsi.
Figuraron todos los cuarto bates del deporte nacional: Cabrera, Jiménez, Sandoval, Abreu y pare usted de contar.
Además, invitaron a Visquel y al loco de Guillén. Era un espectáculo simpático y perfecto para quitarse el stress.
Justamente cuando le tocaba consumir su turno al Kung Fu Panda, empezó una de las cadenas presidenciales más arbitrarias, gratuitas y absurdas de la historia del país, con un señor supuestamente enfermo y moribundo dando un sermón de la colina, alrededor de milicos, cual Gollum haciendo de Gandalf.
Hugo cargaba la espada de Bolívar y la manipulaba con una excesiva confianza, como si fuese el atizador de una hoguera en medio de una fogata playera.
Clavaba la mirada al piso y divagaba pensamientos dizque complejos, intentando justificar o sostener la charada. Pero se trataba de una tragicomedia, una transmisión bufa de mando.
El momento cumbre fue el improvisado acto de juramentación del nuevo e impresentable Ministro de la Defensa, un señor con la imagen de un gorila del cono sur. Gris, sumiso y facho como él solo.
Lo dantesco del show buscaba expresar la cohesión interna del poder, en pro de lamerle las botas a los uniformados.
A Chávez ya no le interesa quedar bien con los civiles, sino conseguir la luz verde de los dueños de las armas y los tanques.
El mensaje decía entre líneas: no me tumben en mi ausencia, porque ustedes deben preservar la revolución y ser fieles a la patria.
La televisión sellaba el compromiso fatuo, como un matrimonio arreglado y de mentira transmitido por Sábado Sensacional.
Después, los hombres culminaron la velada, pegando gritos y vociferando consignas huecas de búfalos mojados: «hasta la victoria siempre, viva el socialismo». Acto seguido, para mayor ironía, el acaudalado comandante se despedía en su avión particular, rodeado por su gabinete de espanto y brinco.
Al final, otro montaje intelectual clausuró la función. En off se escucha la frase de campaña: «los que quieran patria, vengan conmigo». Mientras, la pantalla mostraba la escena del jefe del proceso llegando a Cuba, siendo recibido por Raúl Castro. Así nos condicionan a perder nuestra identidad y soberanía, consolidando el eje Caracas-La Habana. Un delirio en tiempos de dictadura, cáncer y hegemonía. ¿Le queda poco? Nadie lo sabe. Al menos, hubo oportunidad de regresar al derby de vuelacercas. Lo ganó Miguel Cabrera en honor a la ciudad jardín. Es la diferencia entre un héroe de verdad y uno de mentira. Mis respetos para el jugador más valioso del 2012. Hijo ilustre de Maracay.
En la foto, el poster de «Los Tres Chiflados», el remake de una película predecible y prescindible. En el centro, un personaje de relleno usurpando el puesto de protagonista.

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