De la chanza al psicoanálisis

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Después de estas elecciones observo un fenómeno nuevo: Los chavistas ahora pontifican sobre lo mala gente que somos quienes nos oponemos a sus dogmas, lo hacen desde una pretendida posición de superioridad que les da la victoria electoral.

He escuchado las mismas acusaciones de siempre: «Ustedes votan en contra de alguien , no por alguien». «Ustedes no saben de historia»,»Ustedes no tienen opiniones propias, sino las que les dicta globoterror», y la cosa va en aumento. «Fachas», «Desprecian al pobre», «Odian a los indios», «Apoyan transnacionales», «Odian el país», «Frívolos», «Borregos», «Deprimidos», «Majunches».

En los comentarios de N24 se leen cosas mucho peores. Van deshumanizando a sus adversarios de una manera que asustaría si no fuera por lo ridículo que se les escucha. Lo que me da tristeza es que estos reproches ideológicos pueriles (a veces disfrazados de buena intención) han permeado en ocasiones el criterio inerme de muchos oposicionistas que se sienten derrotados. Aprovechándose del trauma, quieren darnos clases de ser gente. Eso es inaceptable y muy bajo. A ése punto voy.

La antigua chanza, el festín pornográfico de insultos post-electorales que se vertían desde el balcón del pueblo, esa cornucopia intelectual del tercermundismo, ha evolucionado en una suerte de psicoanálisis de monóculo y aguardiente. Lo han dotado de sofisticación. Para eso tienen a Pérez Pirela ¿verdad?.

No voy a abundar en el catálogo de sus diagnósticos, en los récipes que nos recetan. Para mí sus reprimendas me saben a estiércol. Me resultan familiares, porque soy ateo y se parecen mucho a las monsergas del creyente. Quien suspendió su pensamiento crítico no me va a recomendar que haga auto-crítica.

Hay sobradas razones para sentirnos orgullosos. Votamos por un excelente candidato, por un buen equipo, en una campaña limpia, ¿de qué nos tenemos que arrepentir?. ¿Que hay que mejorar ciertos aspectos?, todo puede mejorarse. Pero no merecemos más epítetos ni más consejos de los que otros merecen. En mi humilde opinión, se hizo lo más que se pudo, sin un poder descomunal ni coerción, nos acercamos más a la victoria. No hay cosa electoralmente más difícil que ganarle a un gobierno, por regla general los gobiernos no pierden. Existen dispositivos en la democracia que nos ahorran ese problema, pero este gobierno los desmanteló.

Además de eso, somos menos, cuantitativamente lo somos. Lo que no aceptaré jamás, es que desde la posición discriminatoria que ahora tantos psuvistas exhiben, nos digan que cualitativamente también pesamos poco. Me pueden besar el trasero. Acercarnos a su ideología patriotera, cursi, servil, justificadora de la corrupción y la mala gerencia, no nos hará mejores ciudadanos de lo que ya somos. Si les parece que este es el país que merecemos, a mi no. Y tendrán que acostumbrarse a que a un 45% del país (y creciendo) tampoco.

No pretendo dar consejos a nadie sobre cómo asumir su derrota, pero hacerse con un poco de dignidad no caería mal. Este es mi pequeño aporte para quienes, buscando evitarse sufrimientos futuros, la están perdiendo.

4 Comentarios

  1. Sólo diré una cosa, 45% no es precisamente una minoría, creo que es muy importante hacerle entender eso a los chavistas, por más testarudos que sean.

  2. Excelente texto, M.
    Captas muy bien la brecha existente entre nosotros.
    Tiempos duros, adelante.

  3. Peores aún son los que usan la técnica del espejo, de la proyección. Esos que dicen que Capriles tenía un amplio ventajismo, pues un canal de televisión y unos cuantos periódicos lo apoyaban, y en cambio el pobre Ch{avez solamente tenía el recurso de hacer una cadenita de vez en cuando para contrarrestar la hegemonía mediática de la derecha. Verídico, y un periodista para más señas.

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