Los bastonazos y el despertar

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Una de las primeras cosas que me llamó la atención cuando empecé a leer cuentos zen era que cuando el discípulo le hacía una pregunta al maestro, éste, en vez de darle una disertación filosófica, le propinaba sendo bastonazo que dejaba perplejo al pobre discípulo.

Según cuenta la historia, el Buda estaba reunido con varios de sus discípulos, todos esperaban que hablara pero en vez de ello levantó un flor y Mahakashyapa, uno de sus discípulos, sonrió. Así se origina el zen. El Buda no necesitó decir nada, sino con un gesto el discípulo entendió.

Los clásicos bastonazos de los monjes budistas en sus cuentos son otra manera, algo sorpresiva y quizá violenta, del gesto de levantar la flor. No fueron necesarias las palabras que, para el Buda, son la manera más burda de comunicarse.

Solemos, como occidentales, hablar mucho, mucha carreta, mucho gamelote, creemos que estamos dando una idea genial venida de nuestros más profundos estudios de temas a grandes volúmenes, y más bien estamos haciendo el ridículo.

Nos hace falta un buen bastonazo a nuestros conceptos lógico cartesianos, a ver si despertamos.

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Mido un metro setenta y cinco. Tengo una docena de libros. En mi cuarto hay un altarcito con un Buda. Me gusta el color azul. A veces me despierto alunado. Prefiero los gatos a los perros, porque no existen gatos policías. Soy de acuario, pelo negro. No colecciono nada, guardo la ropa ordenada. Me aburro en las fiestas y soy de pocos amigos. Tengo los ojos color café tostao. Dicen que soy bueno, aunque no sea bautizado, y aún no me llevan las brujas. Nací a las siete y media de la mañana. No creo en ovnis ni en zombies (pero de que vuelan, vuelan). Uso prendas talla "m". Prefiero quedarme en silencio. Duermo del lado derecho y con franela si hace frío. De la vida yo me río, porque no saldré vivo de ella. No uso saco ni corbata, ni me gusta el protocolo. Estoy en buena compañía, pero sé cuidarme solo. No me complico mucho, no me estanco, el que quiera celeste, que mezcle azul y blanco. No tengo adicciones, mas que de leer y estar solo. Antes creía que no tenía miedos, hasta que vi la muerte a milímetros. No me creo ningún macho y soy abstemio, aunque si hay una buena compañía y un vinito se me olvida esto último. Prefiero más a los animales que a la gente. No tengo abolengo y dudo mucho que tendré herencia. Tengo una rodilla que a veces me fastidia. Tengo cosquillas, no las diré hasta que las descubras. No traiciono a mis principios, que son cinco. Me gusta ser muy sincero, por eso no hablo mucho. (Inspirado en una canción del Cuarteto de Nos)

1 Comentario

  1. Encantador, los cuentos zen (y otros orientales) son muy interesantes, tienen esa particularidad de dejar algo que a veces por mas simple que se lea, puede dejar una marca significativa en la psiquis…

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