El niño mas poderoso del mundo.

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Un niño descendió del polo norte. Vestía un super traje blindado de color negro. El niño tenía todo el poder, era el niño más poderoso del mundo. Iba por todas partes haciendo guerras, con ejércitos, barcos y aviones. Haciéndose dueño de fortalezas y palacios. Destruyendo ciudades y pueblos, con unos aviones que parecían halcones. Había ganado la mayoría de las guerras. No le interesaba si las personas sufrían con tantas muertes y destrucciones. Por las venas le corría la pólvora, las municiones le habían endurecido el corazón.

Cuando el niño se sintió un poco solo, llegó un amigo y le dijo que dejara de hacer tantas guerras. ¡Amigo, ha llegado el momento de hacer la paz! Pero el niño no quería escucharlo, no pensaba rendirse.

Con todo su poder comenzó una nueva guerra, cerca de los ríos, del mar, y de algunas islas. De las nubes salieron unos aviones en forma de halcones, lanzando bombas contra los puentes y las carreteras. De día y de noche seguían lanzando bombas. El niño ya no tenía piedad. No pensaba detenerse ni ante la muerte de otros niños y niñas. A este niño le gustaban los tanques de guerra, por eso ordenaba que los tanques de guerra entraran a los demás países. Aunque él era solo un niño, ya sabía todo acerca de la guerra. Todas las casas estaban destruidas. Cada vez producía armas, más y más armas tecnológicas.

Por todas partes avanzaban los nuevos tanques de guerra a control remoto, y hasta ametralladoras que lanzaban rayos destellantes. El niño no pensaba rendirse, en su mente tenía un objetivo: «Destruir el mundo.» Entonces las personas se cansaron, y salieron a las calles a protestar, todas las personas se lanzaron a la calle para pedir la paz. Los soldados seguían disparando, los cohetes seguían cayendo y explotando, los aviones peleando en el cielo, los barcos destrozando el mar, los tanques de guerra continuaban demoliendo todas las casas. El niño se refugió en una caja de metal, la caja podía volar, y esconderse bajo tierra.

El niño tenía todo lo que quería. Compraba armas, vendía armas. Construía los mejores y más grandes cuarteles. Su ejército tenía las mejores bases aéreas, con aviones muy rápidos que podían caer en picada, y dar giros sin quebrar sus alas.

Y empezó otra guerra, en el mar había unos barcos muy extraños, de donde salieron los nuevos aviones murciélagos. El mundo era como una torta de cumpleaños, los más poderosos se repartieron la torta en muchos pedazos. Así nunca el niño aprendió su lección, porque el mundo siguió sumergido en una guerra donde las ventanas de las casas se transformaban en un televisor. Y pensar que tantas guerras, las organizaba: El niño más poderoso del mundo.

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