Cualquier culpabilidad disculpada,
esas patas esperan, víctimas perfectas
que amamos y así la cadena se completa. No me odies
vaquita por quererte tanto. Tu carne es tan sabrosa
y los niños la comen con tanto gusto, gracias por darnos
sonrisas de estómagos satisfechos
y pesados con tu querida carne. Deberíamos...