Atracción Peligrosa(The Town):Chico Sensible en Nido de Ratas

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Alegoría de la corrupción del estado de Boston, una de las joyas de la corona, así como de la propia republica americana, cuyas arcas privadas y tesoros públicos fueron saqueados recientemente por los piratas de la bolsa de valores entre 2008 y 2009, al amparo del gobierno.

Nada extraña resulta entonces la impronta contemporánea del subgénero noir del robo de bancos, si tomamos en consideración la cercanía con la debacle financiera de hace un par de años.

Salvando las distancias de espacio y tiempo, en Venezuela la caída del sector especulativo en 1994 se tradujo en la excelente tragicomedia de Alejandro Saderman, “100 años de Perdón”, de la cual podría rodarse tranquilamente una secuela en la actualidad, bajo la sombra de los mendigos devenidos en millonarios durante el apogeo de la Quinta República.

De igual modo, la potente “Nueve Reinas” se produjo en Argentina a consecuencia de las políticas económicas implementadas por el proyecto neoliberal de Domingo Cavallo, artífice del tristemente célebre “corralito”, cuando las entidades de ahorro y préstamo cerraron sus puertas, con el apoyo del Presidente,para escapar del fantasma de la quiebra, al precio de violar los derechos de sus clientes.

Por ende, el estreno de “The Town” viene como anillo al dedo para reforzar una tendencia audiovisual inaugurada por la brillante “Caballero de la Noche” y extendida con el ejercicio de revisitación clásica de “Enemigos Públicos”. De hecho, las tres comparten criterios formales y argumentales de alto vuelo, a pesar de sus divergencias de formato.De cualquier manera, juntas y revueltas ofrecen una mirada pesimista sobre el presente, a espalda del credo idealista mantenido por la industria hasta el sol de hoy.

En efecto, “Atracción Peligrosa” adquiere un tono de desafío independiente, aunque sin prescindir de los atractivos y los anzuelos de un blockbuster tradicional de Hollywood, al servicio del sistema de estrellas. Afortunadamente, las figuras del reparto no sólo cumplen con el trabajo de atraer público a las salas, sino también desempeñan su encargo con profesionalismo y credibilidad. Es el caso de las contribuciones de Jeremy Renner,Pete Postlethwaite,Jon Hamm y Chris Cooper, por citar algunos.

Cada uno destaca en su rol y dota al guión de humanidad, preocupándose por eludir el estereotipo y la caricatura en blanco y negro. Los personajes brindan un recital de interpretación, mientras sostienen un libreto donde la amoralidad y la doble personalidad juegan un papel determinante. De ahí el uso acertado de la máscara como elemento catalizador del drama.
El conflicto del protagonista reside en verse obligado a ocultar su identidad, para no ser descubierto en la consumación del acto delictivo. Ello beneficia el desarrollo tanto del problema de fondo como del humor negro, feliz atributo del joven realizador. A la solemnidad de la trama, busca responderle con comedia de enredo, en un eventual cruce de series como “CSI” con el desparpajo verbal de “The Wire”.
No en balde, el mismo director reconoce, en un diálogo de la película, su marcada influencia televisiva en el buen sentido del término.Por tanto, imposible deslastrar a “The Town” de sus relaciones con “Los Soprano”.

En consecuencia, el objetivo de la historia consiste en redimir y rescatar al antihéroe de su inframundo de violencia, culpabilidad y traición. Además, la burocracia le pisa los talones y su contexto paterno filial tampoco lo ayuda. En cierta forma, es como el centro neurálgico de “Truman Show”: una víctima del decorado y de la circunstancia, reprimido por un laberinto social a escala y medida del país. Naturalmente, intentará escapar para encontrarle salida a su círculo vicioso. En el camino, topará con la ley, con los obstáculos de rigor, pero contará con el respaldo de una mujer.
Aquí las fórmulas de manual parecen conspirar contra la posibilidad de vislumbrar un final diferente al habitual,tipo «Robin Hood».Desgraciadamente, se confirma el esquema del desenlace esperanzador, tras el momento cumbre de máxima tensión.

Con todo, el happy ending destila melancolía y culmina la función con un sabor agridulce, compatible con lo mejor del metraje, a la zaga de las inolvidables secuencias de acción a cámara lenta.
Lo peor: el menosprecio por los caracteres femeninos y el piquete institucional de “el crimen nunca paga” o “ama tu libertad, dile no a las drogas”. Únicos defectos perceptibles en un conseguido relato de suspenso, a la usanza de Clint Eastwood en «Río Místico».
PD:con el dilema del chico sensible en Nido de Ratas, volvemos y regresamos al terreno del cine demagógico en la era Obama. Otro ribete populista a desmitificar y deconstruir.

2 Comentarios

  1. vaya vaya esta si fue una sorpresa…
    la vi en cartelera y como no habia nada mejor, pues la marque igual por el pelabolismo me toco en quemado y uno que tampoco se veia muy bien, eso si cuando em di cuenta que era the town me quede de una pieza…
    muy buena pelicula, el Afflec con el Reiner se lanzaron un buen doblete de actuaciones, las partes de los asaltos estuvieron muy buenas y tiene es ebello regustillo desesperanzador y oscuro, de verdad es lo lo mejor que hay en cartelera en estos momentos…
    aprovecho y te dejo el dato,de Takers, no le llega a esta, pero de verdad vale la pena quitando ciertos cliches ladillas, pero al final me agrado, a pesar de la sobredosis de plomo…
    saludos men

  2. Takers, buenísimo. Ya la tengo pendiente. Saludos y abrazos.

    Gracias por comentar,brother.

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