La Duda: relativismo, pedofilia y cacería de brujas como espejo de la campaña de Irak

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De forma injusta, la academia la excluyó de su reparticipación de premios en el 2009, para favorecer a propuestas menos relativistas y desoladoras. Aún así, “La Duda” merece figurar en el podio de las grandes cintas americanas de la última temporada, muy por encima de los fenómenos mediáticos del presente año. Por lo visto, el Oscar prefiere abandonarse a la suerte del color esperanza, en lugar de apostar por la ambigüedad de la escala de matices.

Si el éxito del momento brinda certezas y respuestas de programa de concurso, el film protagonizado por Meryl Streep deja al espectador en estado de inquietud e incertidumbre ante el desafío de una serie de preguntas sin respuesta.

 

la duda En efecto, el guión de la pieza narra el curioso caso de un cura progresista condenado por la intolerancia de su tiempo, hacia principios de la década del sesenta en el contexto de una escuela ortodoxa cercana al ambiente de “La Sociedad de los Poetas Muertos”.

A partir de ahí, el drama del personaje irrumpe cuando es acusado, por una madre superiora, de haber abusado sexualmente de un niño afroamericano, aunque la realidad indique lo contrario.

Ello le permite al realizador dibujar un oportuno fresco sobre cuatro temas de completa vigencia: la tensión latente en el seno de la iglesia, el conflicto entre lo nuevo y lo viejo, el nocivo influjo de la cultura del chisme y el impacto negativo de cualquier media verdad. En resumen, un necesario ejercicio de reflexión y de exorcismo, para una época saturada por los delirios de la cacería de brujas y las falsas sospechas destinadas a justificar la guerra de Irak. El ayer y el ahora de las campañas religiosas con aires de inquisición antiterrorista.

3 Comentarios

  1. Si, estoy de acuerdo. Esta película ha debido figurar en los Oscars pero fue difícil, y no precisamente por Slumdog Millionaire.
    En «La duda», la magistralidad se vio desde muchas aristas. Sólo para mencionar una, en cuanto a actuación, Meryl Streep no fue más aquella dulzura angelical de «La casa de los Espírutus» y aunque se trata de un personaje con mucha dureza no es tampoco lo que se ve en «The devil wears Prada» desde el punto de vista de los sentimientos, interioridades más profundos. Yo pienso que allí radica su genialidad camaleónica como actriz. En esta película la dureza y lo implacable cobra matices interesantes. El personaje implacable luego reconoce al final ante su personaje antitético que se pudo haber equivocado, lo que nos deja apreciar una de las virtudes mas grandiosas del ser humano incluso cuando es poseedor del más arraigado de los orgullos: Ser capaz de admitir (honestamente) que se pudo haber equivocado.

    Ahora, ante la avasalladora actuación de Meryl Streep es muy fácil cegarce en cuanto a la premiación a la mejor actriz en los Oscars. Kate Winslet en «The reader» supo llevar muy bien la dimensión psicológica de su personaje. Cuando uno ve a las carceleras o mujeres militares en las películas sobre la Segunda Guerra Mundial, y me viene a la mente el caso de «la vida es bella», es difícil imaginar que detrás de esas duras mujeres militares, cuyas voces dieron permiso a los horrorres mas indecibles, la raya amarilla psicológica entre el bien y el mal este inmersa en un mundo mental donde las sumas y las restas no favorezcen al bien. A mi parecer, este es el legado de «The reader». En «The reader» se trata de un personaje que mostró tener sensibilidad por las grandes obras literarias solo con oirlas de boca de su jóven ex amante pues su iliteralidad no le permitía más. En el personaje de Winslet los razonamientos en casos como decidir o no permitirse el amor con un adolescente o si participar o no en el exterminio Nazi se perdían en un mar también iliteral y por iliteral psicológicamente ambiguo hasta el punto en que solo su jóven ex amante en el juicio contra el personaje de Winslet es el único que conoce la génesis complicada de explicar a los otros, de las verdaderas razones de sus no justificables acciones.

  2. Para mí, el Oscar tenía que estar entre Doubt y The Reader… pero se lo dieron a los hindúes…qué chachi… Lo increíble de esta película es que, como lo ves todo desde el punto de vista de Meryl Streep, te llega a convencer de que el cura era culpable, y en verdad nunca se sabe si lo era o no. De hecho el director solo le dijo a Philip Seymour Hoffman si era culpable o no para que pudiera hacer el papel, nadie mas en el set lo sabía a ciencia cierta.
    P.D: Me intriga demasiado qué proceso mental tuviste que hacer para relacionar esta película con la guerra de Iraq…

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