La Virgen Negra

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La Virgen Negra

Gabriela (Sonia Braga) espera desnuda, apenas cubierta con una sabanita transparente, a que llegue su patrón para darle atenciones, el patrón llega y ella, cubriéndose con la sabana, le pregunta que qué quiere, el patrón (Marcello Mastroianni) no le dice nada, solo se maravilla por el cuerpo de la negra, le regala un vestido y ella, aparentemente al descuido, deja caer la sabana y se prueba el vestido por encima, el patrón no aguanta y la toma, la posee recostado en la ventana; desde ese día y durante un tiempo más la posee todas las noches, la negra le enseña como tener buen sexo, como amar con pasión y la vida del patrón, machista, viejo y dueño de un bar, cambia cuando descubre el verdadero sabor de la vida. Sin embargo, cuando el patrón se casa con la negra y ella no puede convertirse en una ‘mujer decente’ e incluso lo engaña, el patrón debe debatirse entre su hombría herida y el amor y ardor que siente por la negra.

Es probablemente una de las películas que más me ha marcado, una de las más honestas celebraciones de la negritud y el sexo que se hayan filmado; se llama Gabriela, cravo e canela (1983), dirigida por Bruno Barreto basada en la novela homónima de Jorge Amado. Lo que hacía que aquella cinta fuera tan genial era su honestidad. Sonia Braga, como nunca, haciendo las que creo siguen siendo las escenas de sexo más honestas que he visto en una película. Era ver a esa negra espectacular, con su pubis natural, con sus senos enormes, bañándose con una totuma rodeada por cuatro tablas mientras sonaba un delicioso bossa nova.

Mientras veía La Virgen Negra(2008) de Ignacio Castillo Cottin pensaba en que poca valentía tenían nuestros cineastas, en Venezuela, a pesar de ser un país caribeño con una gran herencia africana, no tenemos una cinta como Gabriela , ni nada que se le parezca, nuestro cineastas le tienen miedo al sexo y más en estos tiempos de Lenguaje A, Sexo A, Violencia A, etc.

La Virgen Negra pretende ser una celebración del goce de la vida, de la negritud, de la pasión y un acercamiento cómico a las supersticiones de la gente común, pero para hacer eso se requería de un director honesto y con bolas y me temo que Ignacio Castillo no es eso ni por asomo. El resultado es una cinta mojigata y conservadora, tonta, superficial, intrascendente y a largos ratos mediocre, aunque tiene algunos méritos.

Manita (Carolina Torres) es una mujer de pueblo angustiada porque su marido Ombligo (Rubén León) está moroso en el sexo, lleva tres meses que no yace con ella, lo que ella no sabe es que su esposo tiene una crisis existencial y le ha dado por escuchar que Dios lo llama al sacerdocio; luego de ir donde Isidoro (Francisco Díaz) el cura del pueblo y no encontrar ayuda, prefiere acudir donde Lurdita (Angélica Aragón) una bruja que le da la tarea de encontrar una virgen negra y remplazarla por la virgen del valle que está en la iglesia. En paralelo y gracias a la narración de Franklin (Julio Rodríguez) un niñito negro y gordito que está enamorado de La Negrita (Geily Rosales) una niñita metiche y salida que no para de hablar, conocemos la historia del pueblo y a sus habitantes: El profesor Joao Pinto (Matheus Nachtergaele) un misionero brasilero que estuvo con los yanomamis y que permanece en el pueblo como todero (doctor, profesor, etc.) solo porque está enamorado de la profesora Marlene (Jessika Grau) que además de profesora está comprometida con la causa de los rebeldes que están tumbando al gobierno, amenazando con saquear al pueblo para financiar su revolución; la profesora mantiene una relación secreta con Virgilio (César Suárez) director del coro de la iglesia, gran amigo de Velero (Martin Peyrou) esposo de Silvia (Jeska Lee Ruíz) tía de Franklin. También conoceremos a la señora Isabel (Carmen Maura) fundadora del “pueblo de negros” y una suerte de autoridad fáctica del mismo.

Hay otros personajes que se mueven por ahí: una niña muda (Cinthya Cabrera) criada por Lucrecia (Mirtha Borges). Churio (Yonaikel Burguillos) el mejor amigo de Franklin que se enamora de La Negrita. Leonor (Caridad Canelón) una cocinera que gusta de “bromear” con Velero. Barbarita (Dayra Lambis) una espectacular mujer que levanta pasiones en Popolón (Rosmer Cedeño) músico del pueblo. Eusebio (Heberto Llanos) un gordo y medio vagabundo individuo, acomplejado porque no atrae a ninguna mujer y El Turco (Héctor Manrique) contrabandista y, según se deja ver, usurero.

Cada personaje tiene deseos que no ha podido cumplir, tiene envidia a alguien, desea algo, está enamorado de alguien que no le corresponde, etc. Pero la llegada de la virgen negra lo cambia todo, luego de causar risas y horrores, la virgen oscura empieza a concederle deseos y favores a los habitantes del pueblo; como es lógico esos deseos no siempre son buenos, son tan miserables, agradables y desagradables como las personalidades de cada uno de los que allí viven.

Y este pudo ser el inicio de una película sabrosa, donde cada personaje viera trastocada su existencia a causa de sus ambiciones. Pudo ser una película directa, sexual, honesta, pudo, pudo, pudo. Pero el resultado es un culebrón que se hace aburrido.

Comenzando por la insoportable voz en off, el chamito que nos habla está leyendo y parece que le dieron el guión cinco minutos antes de grabar la voz y por eso al panita le cuesta leer, hace pausas que no están, le cuesta pronunciar muchas de las palabras y eso es porque la voz que narra no es infantil sino la de un hombre adulto, entonces el chamín debe leerse diálogos como “las mujeres estuvieron hablando de sus dichas y desdichas amorosas”, la narración se escucha forzada y trancada. Además hay mucha redundancia, mucho de atapuzar lo que no cupo en la película a través de la narración y, al mismo tiempo, hay diálogos innecesarios que nos dicen lo que estamos viendo: “y así transcurre un día normal en el pueblo de negros”, “la gente prefirió el plan de Velero y Virgilio antes que el del profesor Joao”, “Cuanto terminó la misa todos estaban hipnotizados por la virgen negra” y cosas así, nos dicen lo obvio y se vuelve insoportable luego de un rato.

¿Méritos? Sí. Comenzando por una excelente fotografía, al igual que la edición. La minimalista banda sonora es lo mejor de la cinta. Y bueno, creo que técnicamente el cine venezolano ya no tiene mayores reclamos que se le puedan hacer, ya las cintas nacionales no tienen problemas de sonido, el problema ahora es que no hay historias que contar.

Creo que el otro mérito de la película es la película en sí, la intención de hacer una cinta de temática poco explorada en nuestra cinematografía: una película que utiliza herramientas propias del cine fantástico, un cierto tono garciamarquiano en la forma en que se narra la historia, hay intenciones de salirse de las temáticas habituales, lamentablemente el tono acartonado termina acabando con cualquier intencionalidad; coño, me refiero a que el filme se parece demasiado a un unitario, a una telenovela mal hecha y es una lástima, porque como decía creo que la historia daba para mucho, La Virgen Negra en manos de un director desinhibido y honesto, hubiera sido un film mucho más interesante.

Pero lo que arruina la cinta, de plano, son sus interpretaciones. La decisión de buscarse un casting internacional, de tener actores brasileros, mexicanos, españoles y mezclarlos con los venezolanos es acertada, creo que por fin hay cineastas que entienden que deben hacer cintas que se puedan colocar en el exterior y usar actores reconocidos afuera me parece un recurso válido, pero aquí no funcionan, las actuaciones son artificiosas y aburren.

Jessika Grau , por favor, dejen a esa chica en sus campañas de la polar o haciendo telenovelas de Leonardo Padrón, es pésima. Caridad Canelón está de adorno haciendo el mismo papel de siempre. Lo mismo puede decirse del profesor Héctor Manrique.

Por su parte, Rubén León, César Suárez, Martín Peyrou, Dayra Lambis y Rosmer Cedeño, hacen papeles mecánicos, se caletrearon sus diálogos y los dicen como robots, la culpa no es solo de ellos sino de unos diálogos que buscan forzadamente (forzadísimamente) darle verismo a un guión demasiado formal, demasiado de laboratorio para una cinta que, paradójicamente, pretende ofrecer frescura y quiere ser graciosa, pero no lo consigue.

Carmen Maura está correcta. Francisco Díaz destaca como el sacerdote, luce creíble. Angélica Aragón está muy forzada y plástica, casi mecánica, y eso que su papel es el más importante de la cinta, pero el papel está mal escrito y Angélica debe trabajarlo con poco, termina por no funcionar.

Mención aparte para los chamos, yo no se si es que así debía ser o que los directores venezolanos no terminan de entender que los niños (aunque no deben ser explotados) deben actuar bien, los chamines de éste filme me recordaron al gordito que se reía como idiota en 13 segundos, sobre todo la chamita que si bien es un vacilón luce sobreactuadísima, tanto a ella como a los demás chamos se les nota falsos. No sé, a lo mejor me estoy pasando de rata con este comentario, pero los chamitos no parecen chamitos parecen adultos haciendo el papel de niños, sin embargo me los tripié.

Carolina Torres es la que saca la cara por los intérpretes, está excelente en su papel y al verla a ella me pregunto si fue que tuvo más tiempo para preparar su rol, es decir si el resto del casting luce tan mal simplemente porque hicieron un trabajo mediocre o no tuvieron tiempo para prepararse. Esto lo digo porque leyendo las notas de producción me doy cuenta de que la cinta fue filmada a manera de flash, Carmen Maura solo estuvo una semana en Venezuela y eso pudo afectar el desempeño de los actores.

Además, se nota a leguas que la cinta la filmaron a los coñazos. Los cuidados de producción que se notaban en algunas secuencias se pierden cuando llegamos al asalto del pueblo a manos de los rebeldes. Una secuencia hecha a las patadas, mal filmada, con un maquillaje de balazos que lo que da es pena –la gente se reía en el cine cuando enfocaban el balazo en la cabeza de Jessica Grau o del cura–. Y la escena final desata la carcajada por lo caricaturesco del zoom que se tiran para explicarnos algo que ya todos habíamos concluido desde hace rato: los milagros no los hacía la virgen sino la bruja. Ni siquiera ocurre la escena del beso infantil, porque hasta para eso son pacatos.

Uno sale del cine frustrado, uno siente que ha visto una buena idea y una buena iniciativa botada a la basura, uno extraña que la cinta sea tan pacata a la hora de reflejar la epifanía que se desata en el pueblo luego de que la virgen empieza a conceder los deseos, no hay desnudos, no hay sexo, no hay sabor, ni siquiera ocurre una secuencia musical –aunque se nos anuncia cuando el músico confiesa que ha compuesto una canción para Barbarita– con tambores arrechos y negras bailando como locas; es una visión epidérmica y edulcorada y por lo tanto falsa, muy falsa, muy de cartonpiedra.

6/10

John Manuel Silva.

3 Comentarios

  1. UN HUEVO SIN SAL, COMO DIJO UN VENEZOLANO QUE SE SALIO A LA MITAD DE LA PROYECCION. QUIZAS SEA UN DISPARATE PERO ME QUEDO CON OPERACION BILLETE Y 100 AÑOS DE PERDON DE SADERMAN… HASTA CON SECUESTRO EXPRESS. LA VIRGEN NEGRA ES UN EMPAQUE DE LUJO EN ALGUNOS (SOLO ALGUNOS) ASPECTOS, PERO TOTALMENTE FALLIDA, PRESCINDIBLE Y DE ANIME, ANIME PINTADO CON TEMPERA… ¡QUE TRISTEZA!

  2. Increíble. Que la hayas visto, digo. Porque una vaina con eslogan, «qué pasaría si todos tus sueños se volvieran realidad», hace que salga corriendo en estampida hacia el otro lado.
    En general, como bien dices, para mí el cine empieza (y en cierta gran medida termina) con el guión. Lo demás son recursos técnicos y a veces artísticos que sirven a la historia, pero da arrechera ver tanta gente trabajando para echar un cuento ridiculísimo que no se cree nadie, tipo Elipsis.
    Das en el clavo, creo que eso es lo que falta en el cine nacional, y no es por inyectar chorros de dólares que aparecerán guionistas innovadores. Hoy en día parece que todo el mundo lo que quiere es su pedazo de la torta Villa del Cine para echar su cuento trillado sobre cualquier vaina medio nacionaloide. Quince minutos de fama, pues.
    Según lo que cuentas, la V N es otra en esa gran línea de peliculillas… Lástima, porque no puedo creer que en un país de 26 millones de güevones y unos cuantos escritores, el mejor guión que se le ocurra a la gente es Comando X o cosas así.

  3. SUSCRIBO TOTALMENTE TODO LO QUE HA DICHO KRISIS, YO POR MI PARTE PIENSO QUE EL DIGITAL LLEGÓ PARA DEMOCRATIZAR AL CINE, ES DECIR: UNA COMPUTADORA, UNA CAMARA DE VIDEO Y LISTO (LO QUE ANTES ERA, CAMARA, MOVIOLA, ENCOLADORA, PROYECTOR Y TODO LO DEMAS) PERO, SIN UN BUEN GUIÓN Y UN DIRECTOR O DIRECTORA CON COJONES, SIMPLEMENTE NO TENDREMOS UN CINE DIGNO Y SINCERO, JAMAS.

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