Cyrano Fernández

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Cyrano, el tupamaro

Breves apuntes sobre Cyrano De Bergerac

Cyrano De Bergerac, la obra original de Edmond Rostand basada en la vida de Hercule Savinien de Cyrano de Bergerac, es una obra grandiosa.

Es la historia de un hombre que debe ser amado en la sombra; es también la historia de un mediocre que debe usar las palabras de otros para poder ser amado; es una obra grandiosa sobre la incapacidad para aceptarse a uno mismo, sobre la incomunicación y sobre la naturaleza del amor. Es, en resumen, una de las historias más grandiosas que existen, una de las metáforas eternas y uno de esos relatos a los que se puede recurrir siempre con la seguridad de que siempre nos dejará algo. Bien sea a través de una representación teatral, leyendo alguna de las transcripciones que se han publicado o alguna de las adaptaciones al cine. En especial de la 1990, dirigida por Jean-Paul Rappeneau y protagonizada por Gerard Depardieu

Por eso, admito que tenía mis expectativas con Cyrano Fernández, la versión “libre” que de esta obra iba a emprender el cineasta merideño Alberto “beto” Arvelo.

Pero esta cinta es una infamia, la infamia puede dividirse en dos partes:

Cyrano De Bergerac conoce a Dawson´s Creek

La historia de este Cyrano, nos viene actuada por el crew perfecto, sacados de la imaginería de Venevisión. Una especie de Somos Tu Y Yo, pero menos sifrino. Un capítulo de Dawson´s Creek, pero mil veces peor.

Pastor Oviedo, hace una pésima interpretación de Cristián. Nada peor que calarse a este pana, diciendo cosas como “he decidido unirme a Cyrano pa defendé el barrio” con un rigor mortis que apenas y si le permite sonreír con algo de naturalidad. Ni hablar de la escenita del balcón, donde el tipo no puede ni mantener la voz firme al recitar sus diálogos; y la cumbre del patetismo llegará, cuando le toque morir; este tipo es tan mal actor que hasta para morirse luce mal.

Edgar Ramírez(Cyrano Fernández), se luce, no tanto por su performance, que es básicamente el mismo de Cosita Rica, sino porque el resto del elenco luce tétrico en sus respectivos roles. Edgar, será aquí un Cacique medio violento, que mata a tipos con giros copiados de las peores películas de Steven Seagal (atención a la escena en que Cyrano mata a tres malandros, quitándole el arma a uno de ellos y lanzándose al piso con una maniobra al estilo Swarzenegger en True Lies)

El elenco de relleno, hace lo que puede; este elenco está conformado entre otros por Rafael Uribe, el mismo policía chimbo y poco creíble de Elipsis, y por el pequeño Arvelo, que parpadea y respira después de muerto.

Érika de la Vega, Pedro Guerrero, Víctor X, y una periodista del canal 8 que no logro identificar , hacen los mismos insoportables cameitos ridículos que hemos visto en nuestras películas recientes con el fin de garantizar su venta al público consumidor de Sony Entertainment y de La Mega Estación. Lo único que puedo decir aquí es que no deja de ser gracioso que en su afán de congraciarse con el gobierno, “beto”, recurra nada menos que a un cubo de VTV para colocar a la reportera no identificada dizque a cubrir un suceso, cuando todos sabemos que en el canal 8 no se cubren sucesos desde hace años.

Jéssika Grau (Roxana), es la que se lleva el premio a la peor actuación. Pana ¡como van a hacer eso! ¿A quien fue el que se le ocurrió representar a la chica del barrio con una modelo de la Polar ®? Ver a esta chica actuando es un horror. No sabe ni hablar. Atención a la escena en que se mete a tratar de evitar una pelea entre sus alumnas de baile; atención a la escena en que le dice al Colombiano traficante que ya no desea casarse con él “tenía quince años, eso lo dije pa salí del barrio” . Y sobre todo, atención a la escena final, en el teatro, cuando grita “auxilio, ayúdenme por favor”, un desastres pues…

Técnicamente el film es bueno. La estética vale la pena y de lejos, lo más relevante del film, son esas escenas en que vemos la vida del barrio. Los chamos jugando a contraluz, las señoras lavando la ropa, las panorámicas del barrio, en fin, lo único rescatable.

Por lo demás, el barrio está representado en la música de trece, en la música de los tres dueños, y los habitantes del barrio son reducidos a meros extras; así como los raperos del barrio que bien pudieron entrarle a la banda sonora. Pero que va, así la cinta no le hubiese gustado a las señoras de Chacao.

Cyrano, el tupamaro

Ahora bien. Más allá de lo cinematográfico, lo que me chocó de esta cinta es el oportunismo y la cobardía de Arvelo.

Comenzando porque el Cyrano de este film es un justiciero Tupamaro que, al estilo del Diputado Pedro Lander en El Caracazo, solo le importan los necesitados y hace lo que sea por ellos. El caudillo demagógico que se roba un camión cisterna para darle agua a los que tienen sed, el Mesías Salvador que golpea a los tipos que golpean a sus esposas, el héroe del barrio, una reivindicación reaccionaria del estereotipo del caudillo.

Arvelo, se congracia con el gobierno. Por eso los corruptos del film son los de antes, son los malvados de la cuarta, los que se robaban las elecciones entre sí; esos, que bueno hubiera sido que Arvelo se atreviese a pintar como corruptos a algunos de los funcionarios que se presentaron al estreno del film, pero que va, le faltan pantalones.

Por eso los malos son los empresarios que le pagan sueldo mínimo al chofer de la cisterna y los insensibles de la clase alta.

Así, el film se mueve con una repugnante corrección política que no se atreve a nada, al contrario, todo está medidito y al gusto del señor Farruco, uno de los gloriosos invitados especiales a la premier de este bodrio.

¿Y saben que es lo peor? Que si este film, con esta misma premisa, lo hubiera dirigido un tipo con bolas, habría sido tremenda película. Arvelo pudo haber construido su cinta levantándose sobre la premisa de que una cosa es el poder popular y otra el poder político, como tímidamente lo sugiere Cyrano cuando le da el discurso a su banda, previo al enfrentamiento con la policía. Arvelo, bien pudo dejar de lado la mariconería y asumir una postura de frente, pero no lo hace; al contrario, Cyrano Fernández, recuerda la época en que Román Chalbaud hizo sus cangrejos, representado con actorcitos de segunda pero que venden. Esta cinta, nos recuerda lo siempre correctos que son nuestros cineastas, la eterna timidez en la crítica, el eterno mangüangueo de nuestros directores que ponen a Érika de la Vega para complacer a Primero Justicia y hacen de Cyrano un Tupamaro para complacer a Farruco. Así Leonardo Padrón y Farruquito comparten la silla en el estreno y se siente bien al saber que el señor Arvelo se porta bien con los dos.

Lástima, porque la intención de volver al barrio es notable. La intención de mirar hacia la pobreza es importante, en estos tiempos de evasión y de cobardía por parte de nuestros realizadores que parece que dejaron atrás los tiempos de cintas duras como Retén de Catia o Carcel de mujeres. Excepción hecha de Secuestro Express, ahora nuestro cineastas solo quieren quedar bien y que sus inofensivas cintas se vean y no incomoden a nadie. ¿La mejor prueba de lo que digo? Este artículo; lo escribo, porque hasta ahora nadie ha dicho pío sobre el Cyrano Tupamaro, sobre el Cyrano romántico y venevisionesco que le roba a los ricos para darle a los pobres mientras conquista a la mami de la Polar ®.

3/10

John Manuel Silva

4 Comentarios

  1. … a ver como «pescamos» otra lectura de este entuerto. No pretendo para nada sumar puntos al «Beto», pero se vale imaginar por ejemplo: para un pana que este entre los 18 y 21 años los del gobierno han sido los mismos en los últimos 9 años, y en honor a las casualidades ese es generalmente el «público consumidor de Sony Entertainment y de La Mega Estación». Es que eso de ver un camión cisterna con la identificación de los organismos del estado, no apunta a la clase media como patrón precisamente. Como decían por mi pueblo: depende de como esté parado el autobus.

    Salud

  2. Esta historia falla en un principio por qyue se desvia lo importante de la histoira: El Amor. Cyrano De Bergerac es ante todo una historia de amor y en esta adaptacion eso no se siente, mucho tiene que ver con la quimica entre los actores. No convencen !! Muy buena critica, directa y valiente.

  3. Los dialogos Joan Manuel! los dialogos… que terribles… un guien q no se penso en contexto ni en adaptacion sino en un híbrido de mutante… las actuaciones, la niña fresa del barrio, el pastor oviedo. todooo El único q saco las patas del barro fue Edgar Ramirez.. de verdad. Me entristecio mucho que en otras ocasiones la literatura inunda las salas de cine con excelentes adaptaciones en el extranjero ( ejemplo de esto es el film Madame Bovary , de Claude Chabrol , q efectivamente es una adaptacion de la novela de Gustave Flaubert) no se pueda hacer de la misma manera aqui en nuestro país ,por ese empeño de querer reflejar la sociedad venezolana en historias q no compaginan en lo absoluto… Pana, inventate otra novela que se le acerque mas a la realidad venezolana si es q quieres hacer q la gente se identifique! pero no me pongas a una novela del siglo xvii representada en la pantalla grande por un malandro de barrio! saludos…

  4. Si Falconiano, pero es que Beto no es ningún idiota, así como tampoco son idiotas los que andan de jaladores en La Villa del Cine; además, lo de la identificación con el gobierno no lo decía por el Cisterna, sino por el hecho de que Cyrano es Tupamaro. TUPAMARO.

    Aunque ya que me acuerdo; en una escena llegan los pacos a asaltar un barrio en Caracas y Beto es tan cobarde que los policías tienen patrullas que dicen POLICIA DE MÉRIDA. Tú sabes, no es bueno incomodar a la Metropolitana, ni a la policía de Bernal.

    Gracias Juan

    Cierto Gabriela, se me había olvidado comentar ese mezclote horrible de diálogos originales con un lenguaje pseudomalando, y digo pseudomalandro, porque Beto no se atreve a meterle el pecho al asunto, sino que opta por el lenguaje de Cosita Rica o Ciudad Bendita. De resto creo que el cine y la literatura son don géneros distintos, no se trata de juzgar una adaptación, porque la pelea entre el cine y las letras siempre será desigual (aunque se trate de un texto teatral, como es el de la obra original), el problema es que el argumento de Cyrano de Bergerac es tomado por excusa para contar una historia tonta, más digna de los peores capítulos de Clase 406 que de otra cosa.

    Finalmente, para todos, lo mejor de Cyrano es la escena en que Cyrano y el político corrupto hacen un pacto de no agresión; me resulta una metáfora grandiosa del pacto de no agresión que hicieron nuestro cineastas con el gobierno.

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