Este sitio se vería mucho mejor con un browser que soporte estándares web, pero es asequible para cualquier dispositivo con navegador de Internet.





Pueblos de Piedra

 

Pueblos de piedra, Kevin el eremita lloraría el alma de ver a los turistas interrumpir su soledad. Al vernos caminar entre sus tumbas, violar sus templos, pisotear sus praderas vírgenes.

Buscamos la felicidad entre tréboles de tres hojas y recuerdo que en el balcón de mamá jugábamos a encontrarlos de ocho. Recostado sobre una piedra junto al lago (lough, loch, it all means lake) cierro los ojos e intento que el viento en los pinos y las pocas olas me lleven a un río que atraviese el Henri Pitier, a la compañía de mis hermanos y vecinos.

Pienso, quizás debido a que el cielo anuncia constantemente lluvia, que no me sorprende que las prisiones y las iglesias sean de piedra. Que compartan el gris, el frío y la sombra. Pienso, quizás debido a que enlazo un recuerdo tras otro, sin más que una relación emocional, en cómo no conmoverme con el lamento de Grace Gifford junto al muro, desde el final de su boda hasta el alba, pues el último capricho del hombre que amaba fue dejarla viuda. Al otro lado del paredón esta su recién marido Joseph Mary Plunkett, vendado, como tantos niños de la independencia de Michael Collins, y si ella fuera suficientemente sobrehumana lo abrazaría a través de las piedras y se dejaría llevar por las balas.

Pienso que no me sorprende que la panóptica de una prisión en la que hasta hace menos de 90 años se encerraba a niños de trece por robar pan y se les condenaba a siete días de trabajos forzados sea relevada por cámaras omnividentes que vigilan las calles y las cercanías de una catedral. 

Es la trampa de la modernidad: arrasar con lo hermoso que haya tenido el pasado, trocarlo por una realidad eficiente y controlada. la piedra seria el símbolo perfecto de la solidez a alcanzar: el truco frecuente de convertir los defectos en virtudes.