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Top-5 libros para leer mientras se caga

Top-5: s. Lista arbitraria, extremadamente personal, hecha por un colaborador de Panfleto Negro.

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O.

Erecciones, eyaculaciones, exhibiciones y cuentos de la locura corriente de Charles Bukowski. A veces se consiguen ediciones denotadas por el título de alguno de los cuentos (“The most beautiful girl in town” o “La máquina de follar”). I shot a man in Reno, The fuck machine, The fiend, varios de los mejores relatos que he leído se encuentran en esta recopilación del borracho que oía a Mahler. La viuda incompetente y otros cuentos (por mencionar uno) de Juan José Millás. Cuentos cortísimos y bien resueltos. Sin afán de protagonismo o trascendencia. Historias entretenidas que constantemente se salvan a sí mismas de la banalidad. Bien, gracias, ¿y ud.? de Quino. Sin temor a equivocarme aseguraría que aprendí a leer con este libro. Por supuesto, con el tiempo he ido entendiendo de qué se trataba. Sigue siendo una de las maneras más entretenidas que encuentro para dejar pasar el tiempo. A las mujeres no les gusta follar de Álvarez Rabo. Un ensayo brevísimo en forma de cómic que a pesar de ser, en esencia, una “historieta guarra”, es una reflexión aguda acerca del estatus de prescindibilidad que nos hemos granjeado los miembros del género masculino. Es uno de esos libros que llevan al extremismo si son leídos al pie de la letra. Mujeres, Charles Bukowski. Sexo, humor, relatos breves que duren una cagada pero que se queden con uno luego de abandonar ese bastión de la individualidad que sobrevive al tiempo. Giros inesperados pero sencillos. Textos y dibujos que pueden ser leídos una y otra vez sin perder un ápice de gracia o inteligencia. Esos son los libros que definitivamente llevo al baño. Y Mujeres es quizás el mejor ejemplo de todas esas características, reunidas en un trabajo.

 

Bonus track: una enciclopedia larousse ilustrada de tamaño manejable.

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Daniel Pratt

5. Almanaque Mundial. Nada como aprenderse las banderas de los países durante las labores de parto y, ugh, alguno que, ugh, otro, ugh, dato sobre… uuugh el mundo.

4. "La guerra del fútbol", de Ryszard Kapuscinski. No es un libro particularmente para ser utilizado en el baño, pero recuerdo que cuando lo leí, perdido en alguna parte en algún proyecto, ansiaba que llegara el momento de tener que ir para continuarlo.

3. “An underground education” de Richard Zacks. Tal como anuncia su portada, este libro es el suplemento para desmentir todo lo que pensamos acerca de arte, sexo, negocios, crimen, ciencia, medicina y otras distracciones humanas. Una secuencia larguísima de hechos sorprendentes presentados en cuatro minutos de lectura, ideales para transformar un momento prosaico en un instante epifánico.

2. “On Writing” de Henry Miller. Henry Miller decía que algunos de los libros más importantes de su vida los había leído en el baño. Esa cita, mejor escrita por supuesto, está en esta recopilación de “grandes éxitos”, perdida o ahogada en párrafos de dos páginas que relatan el infierno celestial que vivió Miller mientras se convertía en escritor. Siempre he creído que esos instantes en el trono, para muchos el único instante privado del día, son los ideales para mover las ideas, o dejarse mover por ideas.

1. “Neither here, nor there”  de Bill Bryson. Nada sobrepasa la experiencia sublime de cagar muerto de la risa. Bryson es excelente retratando lo patético que son los gringos y este libro de viajes no solo es un compañero perfecto de travesía (para que todo el mundo te mire mientras no puedes contener la risa), sino también es la herramienta indicada para reverberar las carcajadas en un encierro de cerámica.

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Luis Nouel

Hace algunos Tops confesé que uno de mis lugares favoritos para desaparecer era el baño.  Sin embargo sería bastante aburrido, o mucho menos elegante de lo que ya es, si uno no tuviera algo que leer.  La lectura coprológica debe ser: de fácil comprensión, de baja intensidad emocional y, si es posible, estructurada en partes divisibles en dos páginas, métrica establecida por el Dr. Roschesville en su decálogo de la perfecta defecación. 

Si las lecturas tuvieran jerarquías, seguramente la de sofá sería como el Big Mac, la de cama serían como los Nuggets y la del baño sería como una Cajita Feliz, escasa pero divertida.  Uno no se lleva al baño los mejores libros, sino los que con su gentil simpleza llenan ese espacio de tiempo que transcurre entre sentarse y ponerse de pié.

TOP 5:  Selecciones del Readers Digest.  Es un caso de perfección de forma: pequeño formato, secciones de corta duración,  temas vacuos y chistes tontos regados por toda la revista. Uno puede pasar varios días ojeándola en busca de alguna anécdota de “La Risa, Remedio Infalible” o “Así es la Vida”  que pasó por alto.  El problema es que su contenido editorial tiene una afinidad con la derecha conservadora norteamericana que desprende un hedor semejante al que rodea al lector.

TOP 4: El Capitán Alatriste. “No era el hombre más honesto ni el más piadoso, pero era un hombre valiente.”  Así comienza el primer libro de la serie de Arturo y Carlota Pérez Reverte.  Las fantasías infantiles de espadachines se materializan en las páginas ilustradas sin mucho esmero, y uno llega a entusiasmarse con los duelos en un sucio hostal del siglo XVII provocados por un borracho Lope de Vega.  Pudo ser un libro pretencioso, lleno de referencias cultísimas, pero al final los autores tomaron la afortunada elección de esconder una buena investigación tras el sencillo ánimo de entretener. 

TOP 3: Las comiquitas del domingo.  Sale uno temprano a comprar el periódico, se lee la crónica policial, el editorial, las páginas de opinión, los internacionales, los artículos políticos y hasta los clasificados.  Y uno lo hace como si estuviera incubando. La hora de “la puesta” llega cuando uno se pone de pie con las comiquitas de El Nacional y dice un triunfante “ya vengo”.  La secuencia perfecta es comenzar por Pepita, seguir con Olafo, luchar junto a El Fantasma y dejar para el final El Príncipe Valiente.

TOP 2: El País Semanal.  Poder leer la revista de El País te hace sentir afortunado de estar en Europa.  He establecido con sus escritores una relación particular, como la de viejos amigos que nos sentamos a conversar cada domingo, sólo que no lo hacemos en un café, sino en la poceta de la manera más impúdica.  Con Rosa Montero tengo un apasionado e interminable romance.  A Maruja Torres le perdono que sea tan simplista porque siempre cuela alguna frase genial.  A medida que comienzo a entender a Almudena Grandes va pasando de ser la cursi del grupo a la más sorprendente. Y  Javier Marías es un gruñón sin remedio, pero tiene el encanto de quejarse de las mismas cosas que yo.

TOP 1:  Historias Guarras.  Una tarde, metido en una tienda cerca de la Plaza del Sol en Madrid, me tropecé con el comic peor pintado del planeta.  Todo el pasquín, hecho con trazos torpes de marcador, parecía la última hoja del cuaderno de un quinceañero.  Sin embargo el primer chiste me arrancó una carcajada.  Lo compré y desde entonces soy un fiel lector de Ata, el dibujante más zafio, irrespetuoso y ramplón, que se pueda encontrar o, como él mismo se define, “El Genio del Humor Marrón”.  No es un libro que se pueda dejar al alcance de la visita, pues quien lo abre queda expuesto a cosas como “La Vagina Dentada”, “La Mierda que Habla”, o sencillas instrucciones sobre cómo disfrazar a tus partes íntimas de gente famosa.  Sin embargo es el libro más consecuente con lo que ocurre cuando estás sentado en la poceta, cuando somos de todo menos distinguidos.

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Septiembre (finalmente) - Top-5 libros que dejarias "escondidos" para que tus hijos descubran lo dura que es la vida.