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Harry Potter y el Prisionero de Azkaban

Dir: Alfonso Cuarón. 2004.

I

En la saga Potter la cosa va de la reconstrucción de una cierta mitología posmoderna, radicada en el mismo olimpo grecorromano-medieval de la epopeya intergaláctica Star Wars y de la gesta de El Señor de los Anillos.

Aquí, como en la tierra media de Tolkien y como en el espacio retrofuturista de Lucas, la mitología cumple la función solemne de exaltar y engrandecer un cuerpo de creencias, bajo el aura mística de un santuario kistch, prediseñado en laboratorio para encajar en el cerebro estándar del creyente en iluminados de señal abierta, del adorador de la teología farandulera.

La divinidad juvenil de Harry modela el intelecto y la postura de la generación de relevo, incapaz de concentrarse en algo por más de un minuto, pero sorpresivamente dispuesta a leer, con devoción cristiana, las sagradas escrituras de R. K. Rowling.

Su evangelio por entregas no se pela un pasaje de la Biblia, y su adaptación al cine no descarta ningún mandamiento del dogma del cine cristiano.


II

Entre luces mesiánicas con ganancia extra y contraluces de expresionismo trillado, otro elegido de la nueva era desciende al submundo de los mortales, con la misión de calmarlos y decirles al oído : no tengan miedo, no los he abandonado, la fuerza está conmigo y con ustedes. Soy como Frodo, Neo y Luke, pero me visto como Ashton Kuscher, cuando no me toca ponerme una toga de bachiller anglosajón. Como estoy ladrando tan duro como ustedes, mal vivo en un barrio proletario como Springfield, en una casa como la de Al Bondy, pero con gente gorda, mal educada y mal aspecto como la familia de Ozzy.

Vean que no me parezco a ellos, que no me identifico con sus rituales de clase media, porque yo provengo de otra alcurnia, y me codeo con niños bien, con chamos de mi clase, en un internado de alta sociedad. Pero como no tengo ni para pagar el pasaje estudiantil, en dirección hacia allá, ni para comprarme una escoba de madera, soy beneficiario de la Misión Merlín, en pro del estudiante sin recursos para carreras como Ciencias Ocultas, Tarotología y Quiromancia con mención en lectura de borra de Té inglés. 

En dos platos, estoy becado,y por ende, estoy en la obligación de ser el número uno del salón, el consentido de los profesores, la burla de los hijitos de papa, el mejor deportista, y por si fuera poco, el vigilante nocturno del colegio, con la inmensa responsabilidad de echar y contener a los amigos de lo ajeno. Al menos no me ha tocado, por ahora, ser el jefe de mantenimiento, aunque el último día de clases, un pajarito de la escuela me tiró una tremenda indirecta por el pecho y sin anestesia al regalarme una barredora con propulsión a chorro, como para hacer el trabajito de la Fuller en un abrir y cerrar de ojos.

Por último, y ya para despedirme, debo agregar un punto final:a mi edad los chamos se la pasan pensando en una sola cosa, todo el tiempo. Yo, por el contrario, no ando pendiente de eso, aunque me sobran las propuestas indecentes.Pero despreocúpense, yo seguiré siendo virgen hasta el fin de mis días…en Huwgrats.


III

De no haber sido realizada por el “creador de La Princesita”, la crítica difícilmente hubiese reparado en la tercera de la serie. Cuando Columbus era el encargado de dirigirla, nadie se preocupaba demasiado por el trasfondo del asunto. Ahora con el mejicano a la cabeza de la franquicia, sucede lo contrario. 

Ante El Prisionero de Azkaban, el interprete prett a porter puede explayarse a sus anchas en la playita de las comparaciones facilonas, los parangones imposibles,las discusiones sobre la calidad de la adaptación y las apologías trasnochadas de la política de autor.

Pero resulta que la tercera entrega de la serie es todo menos una de Cuarón. Para refutarlo, o para comprobar lo opuesto, el comentarista,con el dead line encim a, apelará generalmente al manido recurso de las analogías, al aseverar con acento de entendido: el trío protagónico de El Prisionero mantiene una tensión erótica que recuerda a Y Tu Mama También. Pero nada más lejos de la verdad, porque el threesome nunca se da y menos el kiss entre los altos panas.

Aun así, Harmoney se le tira encima, literalmente, a Harry, quien a su vez sólo le interesa, de momento, estar encima de un hipogrifo, surcando los cielos como Superman, en un vuelo rasante de corte imperial.

Aunque verlo en el aire, montado sobre su Pegaso con cabeza de águila nos remite a una iconografía homo-kistch, muy del agrado del director y de otros realizadores como Roger Vadim, la condición hetero o straight del superhéroe parece quedar fuera duda, sobre todo porque no hay link posible con su amiguito pelirrojo, quien sí está full pendiente de la lolita en cuestión, al punto de representar con ella una de las mejores escenas de la película, por su alto contenido freudiano: El pelirrojo carga una rata entre manos,es decir, una prolongación de su falo. En un momento climático, lolita abraza al chico fresa, y en consecuencia, su rata cobra vida, no por arte de magia sino por efecto de las hormonas,al morder a su dueño en el dedo, como si de una erección sublimada se tratase. En fin, la maravilla del despertar sexual puesta en escena.

En otro acierto de la simbología erótica, la lolita lleva consigo una gata salvaje, dedicada a corretear al roedor por los pasillo de Huwgrats. De este modo se sella uno de los pequeños encantos de una película tan despersonalizada y estereotipada en lo cinematográfico, como consecuente con la imaginería literaria de R.K. Rowling, maestra en el arte de embrujar a las grandes audiencias, mediante la proyección de su inconsciente colectivo, en forma de hechizantes fábulas bucólicas con una buena pizca de moralina incluida.

Su nueva poción contiene ingredientes infalibles para conquistar corazones en medio mundo. Basta con repasar la composición química de su receta, para hacer pública la piedra filosofal de la reina madre de los best seller:

1) Agregue sobredosis de Edipo Rey al gusto, condimentadas por resultones conflictos paterno-filiales sin solución de continuidad.

2) Remueva todo con la introducción de una amenaza misteriosa, a no ser descubierta hasta llegar a las últimas páginas. La amenaza debe combinar todos los atributos del terror, cimentados a lo largo de la historia y redefinidos en tiempos de crisis, como los de ahora. En este caso, el miedo se alimenta de nuestras fobias antidiluvianas contra la oscuridad y sus espectros poliformes, así como de nuestros temores contemporáneos al ataque y al asedio fantasma de las fuerzas extranjeras. El Prisionero de Azkaban es, en este sentido, una oda a la defensa de la propiedad feudal, en sintonía con la épica medieval del El Retorno del Rey. No por casualidad, las dos culminan en el mismo lugar de Hiroshima y Bagdad: un estallido de energía cuya onda expansiva destruye y disuade al enemigo, así como en Star Wars sobrevenía el final feliz tras la voladura de la estrella de la muerte, con lo cual se hacía realidad una fantasía reprimida de la guerra fría.

3) Disuelva entre un extracto de Hombre Lobo, Historia Sin Fin, Sherlock Holmes y Sabrina, es decir, entre un menjunje de licantropía domesticada, fantasía tautológica, misterio neovictoriano y ocus pocus para teleniños embrujados por la caja boba, y sus promesas de abracadabra a todo hora.

4) Rocíe levemente con el liquido vital del fin de las ideologías:una lluvia intermitente de mesianismo, oscurantismo y ocultismo new age, condensados en la figura de un redentor de la humanidad, con la misión cumplida de salvarnos del desastre.

5) Decante por el filtro académico de Lección de Honor.

En fin, nada que ver con la sombría visión escolar de Gus Van Sant en Elefante. Cuarón, por el contrario, pinta angelitos blancos en un paraíso terrenal tan lejos de la miserable realidad educativa del globo, y tan cerca de una utopía tecnocrático-pedagógica-corporativa, concebida para educar a los elegidos, a las lumbreras de cada raza, país y etnia.

Como acto final, o de fin de curso, El Prisionero Azkaban vuelve a conceder las mismas notas de los dos anteriores semestres: 20 puntos para el obediente, para el aplicado, el atento, el despierto y el que aprende al caletre. 01 para el rebelde, el malcriado y el malagente. En suma, un visto bueno a los frutos de la burocracia disciplinaría, y una reprobación a las manzanas podridas del claustro privado. La Revancha de los Nerds, prosigue.

Tres documentales políticos: dos extremos (un No + un Sí) y un centro (un Nini)

Al calor de la propaganda pura y dura, nace el género del documental político, en la Alemania de Goebbels y en la Unión Soviética del tren rojo. Lenin y Hitler le dan carácter de prioridad al nuevo medio de comunicación, en conjunto con las grandes concentraciones de masas y la radio de onda larga, en el afán de hacer llegar hasta el último rincón del viejo continente, su programa de adoctrinamiento,  catequización y  sugestión mental, sobre la base de los experimentos de Kuleschov, Eisentein y Vertov, quienes descubren las potencialidades del montaje, de lo visto y no visto por la cámara, y del material de archivo, para condicionar la percepción del ojo cándido, embelesado por la cadencia hipnótica de los fotogramas en movimiento.

Desde entonces hasta el sol de hoy, el cine de conversión ideológica ha perdido poder convencimiento, ante la irreversible crisis de la imagen y ante la instauración de la era de la sospecha, producto de la guerra del golfo que nunca tuvo lugar, de la puesta en escena de la degollina de Timisoara,  de la digitalización virtual de la verdad, y de la degradación de la realidad al grado cero de un show hiperreal como The Osbournes.

Con todo, el documental político parece resurgir de sus escombros, a consecuencia de la restauración global de los mismos escenarios mundiales de principios de siglo XX: guerras coloniales, conflictos bipolares, reconquistas territoriales, invasiones bárbaras, ofensivas imperiales, contraataques del tercer mundo, brotes de fascismo radical, blindaje de fronteras, y embestidas de “capitalismo salvaje” versus irrupciones de experimentos revolucionarios. En suma, algo así como Depredador versus Alien, pero en las entrañas de nuestra única,  azul y  contaminada nave espacial, bien lost in the space o de regreso a la tierra de nadie, al planeta de los simios habitado por los descendientes directos de Stalin, el Fhurer y Churchill, la especie gorila en pleno.

Ante el desastre de un mundo en retroceso, los documentalistas no responden a la altura del compromiso, y por tanto, se dejan llevar por la misma ola de la nostalgia y el recuerdo, reviviendo la estética política del pasado, pero adaptándola, demagógicamente, a las leyes del espectáculo tardomoderno, en un esfuerzo sobrehumano por hacerse sentir en el mercado de las secuelas, los melodramas, las comedias, las aventuras y las franquicias.

Para contenderlas en el ring side del box office, Moore trafica su vieja contrainfo panfletaria, su antiguo ejercicio de retórica populista, no bajo la apolillada investidura del socialismo real, patrimonio exclusivo de Vive TV, sino de la pantalla mutante de la caja chica. Por ello, su séptimo arte es puro zapping, puro cambio de canal, a disposición del televidente común.

Pero en esencia y a pesar de las obligatorias renovaciones en materia de significantes, los significados del género político permanecen anclados entre los extremos de siempre y las búsquedas (infructuosas) de un centro donde quepan todos.

De todo ello y mucho más, intentará dar cuenta el siguiente reportaje. Enjoy the teleshow, porque los tres casos de estudio no pasan de un testimonio a cámara, un encuadre frontal sin profundidad de campo, un par de vedettes atravesadas en el plano, tres voice over con pretensiones didáctico- pedadógico –moralizantes, y tres finales de pare de sufrir.

 

Izquierda divina : F-9/11 y la manera en que se quema tu libertad de conciencia

I

Moore cree,  en lo más profundo de sí, en las elecciones y en las instituciones del sistema. Pero descree, como Stone, en los responsables de administrarlas y dirigirlas. Por tanto, al salir de ellos, las cosas mejorarán irremediablemente. Era la teoría de Wall Street. Es la promesa demagógica de F-9/11.

Moore también comparte con Stone otro dogma de fe,  otro complejo de culpa de buen samaritano: el de no ser indolente ante las injusticias del tercer mundo y de los desheredados de la tierra, como el protagonista de Salvador, quien no puede permanecer de brazos cruzados cuando llama el deber de salvar y rescatar al caído en desgracia, cual Tobey Maguire en las nuevas aventuras del benefactor arácnido, cual presidente de Banana Republic con delirios de libertador continental.

En definitiva, es la misma coartada de La lista de Schindler pero contada por un Orson Welles de gafas desechables y blue jean superextra large, con una billetera tan gorda como para comprarse unos lentes de última generación y una Levy’s Store.


II

Según Michael, el status quo aunque no es perfecto, es perfectible, pero una mafia de hombres blancos estúpidos lo han secuestrado. Afortunadamente, como en Caballero Sin Espada, el ciudadano de a pie tiene el poder de rescatarlo y liberarlo, mediante el voto, si no se lo roban, o por las vías legales estipuladas para restituir el estado de derecho.

En cualquier caso, para el director de Roger and Me, la democracia funciona tan bien como en una película de Frank Capra, donde inevitablemente la voz del pueblo se hace sentir hasta las más altas esferas del stablishment, como pretende corroborar el estreno de F-9/11.

Por consiguiente, las películas de Moore van mucho más allá de la mitología del New Deal, al darle sustento a la leyenda de David y Golliat, no sólo en la arena de la política, sino en la jungla de la economía de mercado, por cuanto sus largometrajes, producidos por un supuesto hombre promedio como usted y como yo, llegan a competir con los blockbusters del verano, en igualdad de condiciones, al extremo de superarlos como ahora.

Así pues, el chico de Flint encarna una nueva versión del sueño americano, a partir de su cuidada imagen de antihéroe desgarbado, con dotes de reverendo gospel, orador partisano,  guerrillero tirapiedra y santón de suburbio clase media.

Por ello, Michael Moore puede batirse, de tu a tu, en las redes semióticas del hombre araña. Total, los dos son superhombres de caricatura, protagonistas de la telenovela posmoderna, arquetipos del inconsciente colectivo,aunque el primero,  a diferencia del segundo, nunca se despoja del disfraz y de la careta. De allí proviene su fuerza como icono de la contracultura pop, como ejemplo del apocalíptico que derrota a los integrados por paliza y en su propia liga, cual robin hood que le roba mercado a los ricos, pero no para dárselo a los pobres, sino a sus secuaces.

 

III

Pero entonces, ¿quién es en realidad Michael Moore y qué hay detrás de su máscara bonachona, incendiaria y demagógica? Todo depende del lente con que se vea.

 Los demócratas, por ejemplo, lo veneran de pies cabeza, y los republicanos lo detestan con vehemencia. Pero voces menos condicionadas por el bipartidismo americano, coinciden en algunos puntos sobre el significado y el significante de su figura, fabricada,  por cierto, para aplacar la sed de la demanda sin oferta aparente, como un sedante de minorías implosivas.

Para el periodista norteamericano Christopher Dickey, el atractivo de Moore reside en “su ascendencia obrera…Moore se ha convertido en el avatar estadounidense del movimiento contra la globalización, una especie de José Bové con gorra de béisbol y a los europeos, igual que los estadounidenses, no les importa el hecho de que los libros y las entradas que compran hacen que esa voz de los pobres se vuelve cada vez más rica(junto con las corporaciones que lo promueven)”.

Casi en el mismo orden de ideas, el crítico español Jorge Mauro de Pedro sostiene : Moore es un hombre que no está conforme con la política de su país, como una creciente mayoría de sus compatriotas. Moore es también un hombre que gana mucho dinero, con olfato para rentabilizar el negocio de la disidencia.

No en balde, Farneheint  9/11 batió todas las marcas de recaudación registradas hasta el momento por una película documental, al punto de constituirse en el Titanic del género, sin ningún Iceberg a la vista de su promisorio devenir histórico.

 

IV

En Estados Unidos la proyectan en multiplex al lado de Spider Man II. Los clientes la digieren de manera cool y light, con pop corn y Coke Diet, para no perder la línea como el director de Super Size Me. 

Ellos ven a Bush como el Doctor Octopus,  un superpulpo con tentáculos en todo el mundo, y a Moore como un vengador enmascarado de carne y hueso, con la misión cumplida de poner a los villanos en su sitio, impartir justicia ciega y luchar por la paz global, cual Daredevil.

Ahora bien,  imaginemos por un momento el efecto de ver Fahreinth 9/11 en una multisala de norteamerica. ¿Qué pasará por la cabeza de aquel muchacho que ríe ante el desfile de gags estelarizados  por Bush con tanta o más gracia que Harpo Marx  en Sopa de Gansos? ¿Pensará: estoy viendo la secuela de Dumb and Dumber? Si es así, ¿quién hará del “carnal Marcelo” de Jim Carrey: Paul me chupo el peine Wolfowitz o El Pato Donald Rumsfeld?

¿Qué conjeturará el cinéfilo mientras la pantalla se va a negro, y de fondo se escucha a un avión estrellarse contra una torre de acero y cristal? ¿La cruda realidad merece ser estilizada y representada como en el black out de Kill Bill 2?

¿Por qué la señora del tinte rojo llora de emoción en la última parte, sobrecogida por la música incidental, la procesión de las imágenes y la esperanzadora voz en off de Michael, dándole un espaldarazo moral a los marines en activo? ¿Será que está en presencia de un happy ending en clave de cine bélico?¿Una loa al soldado americano como Saving Private Ryan?

¿Y el señor serio de las canas en qué recapacitará, en qué reparará?¿En las falsedades de Bush o en las Moore? ¿Quién gana en la competencia de embustes: el gordo o el flaco? Porque,  si usted no lo sabía, F-9/11 miente y a discreción.

 Por ejemplo, como apunta Michael Isikoff: la película afirma que en los días posteriores al 11/9, cuando se cerró el espacio aéreo, la Casa Blanca aprobó vuelos charter especiales para permitir la salida de ciudadanos árabes importantes,  incluidos algunos miembros de la familia Bin Laden. El autor Craig Unger aparece aseverando que estos jamás fueron entrevistados por el FBI. Falsa acusación, según el informe reciente del panel 11/9. El documento confirma que vuelos privados transportaron a 142 ciudadanos sauditas fuera del territorio estadounidense, incluido uno en el que viajaban miembros de la familia Bin Laden.Sin embargo, los vuelos no comenzaron hasta el 14 de septiembre, una vez reabierto el espacio abierto. El informe agrega que los vuelos fueron registrados por el FBI y que 22 de los 26 miembros de la familia Bin Laden fueron entrevistados por las autoridades. Ninguno tenía vínculos con el terrorismo.

Strike one. Sigamos con el two,  el tres y los que faltan por lanzar.

 

V

Los Caheristas, por su lado, le dieron una cucharada de su propia medicina a Michael Moore por su Fahrenheit 9-11. Jean Michel Frodon, el editor en jefe de la revista francesa, calificó la más reciente Palma de Oro de Cannes como una derrota política para el cine, mientras su director fue bautizado por la redacción, con el título honorífico de El rey del plano medio, por la hegemonía categórica de tal encuadre en su catódica puesta en escena, aunque para ser más exactos lo deberíamos llamar el rey midas del telereportaje, por igualar el record de taquilla de Bowling  For Columbine (22 millones), a solo tres días del estreno de su película sobre Bush, gracias a la repercusión mediática de la polémica con Disney, al conato con la censura y a su muy corporativa estrategia de mercadeo, reseñada  por David Gates en Newsweek: Fahrenheit 9/11 es un documental distribuido como una película de acción: se estrena en 500 pantallas (en realidad llegan a dos mil) y si alguien no puede verla en cine, el DVD comenzará a circular antes de las elecciones de noviembre.

Sin embargo, en Venezuela, la versión pirata de la película comenzó a circular un mes antes del referéndum, casi en paralelo con el estreno de Cuál Revolución.

El primero llegó justo a tiempo, pero mal clonado, para  hacerle un gran favor al comando maisanta en su campaña política por el no. El Maccsi lo transmitió, sin pagar derechos de autor, durante una semana, en dos funciones continuadas, donde la película quedaba fuera de contexto, y a merced de interpretaciones erróneas por parte de encapuchados del pensamiento, asomados varios, ociosos muchos, Chomskys de aporrea.com, loros de James Petras  y gritadores de consignas ambidiestras, buenas para la izquierda, buenas para la derecha.

El segundo hizo lo propio por la del sí, aunque de manera legal, huelga decir. Con todo, ya sus derechos de autor fueron quemados al calor de los crematorios digitales. Ahora lo rematan por la mitad de su precio sugerido, en la autopista y en sabana grande. Cuenta la leyenda urbana que el DVD pirata no contiene el documental de Lucien sino una seguidilla de cadenas presidenciales. El peor remedio para la enfermedad que se intentaba curar.

 ¿Y qué demonios se ve en la edición quemada de la película sobre la manera en que la libertad se quema? Para empezar, y para ser sinceros, se ve media pantalla, cubierta a su vez hasta la mitad por unas letrotas tan  impertinentes,  chillonas y omnipresentes como los rótulos de la era silente.

Por consiguiente, al contemplarla en esas condiciones, uno tiene la impresión de estar leyendo un tratado de teoría conspirativa, escrito para niños o explicado a Amador en entretenidas lecciones de ética indolora, con ilustraciones censuradas en U.S.A.,pero no en Venezuela, donde hace tiempo fueron difundidas por el canal ocho en Dossier, como una cortina de humo para desviar la atención de nuestros acontecimientos en pleno desarrollo.

Nota acerca de la censura como bussiness: los estadounidenses deben pagar diez dólares para tener acceso a información gratuita sobre la guerra de Irak. Como en la industria del porno, como en el imperio de la droga, la base del negocio cinematográfico radica en la prohibición, el tabú y el código moral. Romperlo, quebrarlo, como hace Moore, garantiza dividendos astronómicos. Es manejar la economía bajo criterios de escasez.  Si retienes mercancía, como el especulador de la esquina, triplicas su valor. Es una de las claves del éxito de F-9/11.

Su manantial de información viene decantado a la fuerza por chistes de fácil digestión en estómagos de demócratas con cargo de conciencia republicana, de acérrimos antibushistas y de antiamericanistas furibundos, quienes pitan y rechiflan en la sala cuando sale el Despiadado Ming de la función, y de igual modo, ríen y festejan sus peores momentos, escogidos y seleccionados por el director como si fuesen a engrosar un countdown de bloopers o un  ranking de Letterman.

Asimismo, como buen manipulador de la opinión publica, el director omite información a conciencia, para defender mejor su punto de vista. En el recuento de los aliados de Bush en la guerra de Irak, se enumera, con un tono de desprecio etnocéntrico, una lista de naciones  donde figuran Costa Rica, Palau, Rumania y Marruecos, pero se excluye a países como Inglaterra, España e Italia, por razones de obvio interés mercantil.

En un claro sentimiento de superioridad colonial, la película mueve la risa del primer mundo, a costa de burlarse del tercero, como en Los Dioses Deben Estar Locos y subproductos por el estilo.

 

VI

La película se divide en tres partes. Una dedicada al robo del pasado sufragio norteamericano por parte del partido republicano. Sin duda, el capítulo más consistente y redondo del conjunto. Contiene la escena menos efectista y más dramáticamente efectiva: la de los representantes negros desamparados por la cámara de senadores, al momento de exponer una denuncia contra el fraude electoral.

La segunda se centra en la conexión Bush-Bin Laden-11 de septiembre. Sus revelaciones aportan poco al debate, porque fueron anteriormente divulgadas por el propio Moore en su libro Qué han hecho con mi País. Por tanto, como dijo un colega, el segundo capítulo parece una adaptación audiovisual de Dude, Where’s My Country?.

Y finalmente, una crónica roja y negra sobre la guerra de Irak, con el gobierno de los halcones como telón de fondo.

Entre los dos primeros apartados, hay un hallazgo sensacionalista de celebrity uncesored: imágenes archivadas de Bush y su gabinete alistándose y empolvándose para salir delante de las cámaras de la Casa Blanca, como si estuviesen en el back stage de un gran teatro en vivo y directo. Hacen payasadas a granel, y por tanto, son funcionales a la predica difamante de Moore. Por lo demás, nada diferente a Loco Video Loco o a las parodias de Saturday Night Live.

Por contraste, cabe destacar los grandes aciertos del film, en forma de Top Five:

5) La secuencia sobre el sistema de reclutamiento juvenil en los centros comerciales de los suburbios.

4) La exposición de las miserias de un gobierno corporativo.

3) El estado catatónico de Bush al enterarse del atentado contra las Twin Towers. Ni De Niro lo hizo mejor en Despertares.

2) La brillante analogía con Dragnet  y Bonanza.

1) El valioso testimonio, en caliente, del pelotón del desastre radicado en Irak.

En cuanto al valor de la predica apasionada del pastor obeso, sólo cinco cosas para concluir. Primero, se reduce a la doctrina Kerry: debemos ir a la guerra cuando sea estrictamente necesario. Esto se contradice con el discurso antibélico y pacifista del hollywood ending. Esto se complementa con la participación de doble M. en la pasada convención del partido demócrata, firmándole un cheque en blanco a la temible agenda de J.F.K, quien se vende como el SuperPatton,  como el estratega,  como la esperanza blanca que necesita Norteamérica para salir airosa del conflicto en Irak. De ganar, Mr. Purple Heart heredará otra guerra de Vietnam con olor a retirada coreana.

Segundo, nunca se entiende como un supuesto mentecato del tamaño de Bush pudo poner en jaque al mundo entero. Si fuese tan bolsa y bruto, como lo pinta la película, no habría reconquistado el medio oriente y no le habría dado un vuelco de 180 grados al espacio geopolítico del tercer milenio.

Aparte, insistir en la negligencia de W. para combatir el terror, representa una queja conservadora y reaccionaria, tendiente a reclamar más control, represión y punición oficial, demandas típicas en quienes exigen mano dura y cero tolerancia con el hampa. O sea, Moore quiere, en el fondo, more coraje, more valor y more arrojo de parte del presidente de la Unión. Es decir, quiere un tipo embraguetado y temerario en la Casa Blanca, en vez del hijito acobardado y pusilánime de papa Bush.

 Tercero:la película es políticamente correcta, desde la óptica de la izquierda. Se incrimina al partido republicano, pero se exculpa al demócrata. En fin, más publicidad (¿gratuita?) para el candidato de los tres corazones púrpura.

Cuarto punto o asunto: ¿el argumento de la película incidirá sobre la intención de voto ?En Venezuela, imposible. En Estados Unidos, está por verse, pero la teoría,  la historia y las encuestas indican que no. La campaña sucia y la propaganda negativa son dos estrategias del marketing político, condenadas a tener un efecto muy leve sobre un electorado polarizado entre dos opciones antagónicas. Su única virtud comprobada y certificada a lo largo de los años, consiste en reafirmar los valores y prejuicios de una determinada tendencia. Pero de allí a condicionar el resultado de cualquier sufragio, hay mucho camino por recorrer y mucha tela por recortar.

En todo caso, a un mes del estreno de F-9/11, la diferencia porcentual entre Kerry y Bush sigue siendo mínima, con una ligera ventaja para cada candidato, dependiendo del estado en cuestión. Ergo, el vaquero de Texas todavía tiene chance de propinarle  a Moore el peor revés de su carrera, al ser vencido en el último asalto por un autogolpe de mala suerte, con lo cual se quedará con la ganas de filmar El Regreso de W. a Crawford. En cambio, y al contrario de las apuestas del campeón de los pesos overweight, hay una gran posibilidad de ver en noviembre El Retorno del Rey a Washington.

Quinto rollo : la hipótesis de Moore sobre el origen y el fin del terrorismo, peca de etnocentrista, americanista y moralista. Desde su enfoque, los Talibanes son un bumerang de la política exterior de estados unidos. Unos frankestein de la CIA. Un virus creado por el software del hardware global.Un tumor producto de la decadencia del cuerpo mundial, no detectado a tiempo por la inteligencia del imperio.

Semejante infantilismo, muy en boga por ahí, hace añorar los ensayos de Jean Baudrillard sobre el tema. De momento, este postestructuralista francés es el único intelectual en el planeta con una postura excepcional y a contracorriente de un tópico desgatado por culpa de interlocutores del pensamiento débil como Michael Moore. En antítesis de su evangelio de las maravillas, recomendamos la lectura de Power Inferno, pieza clave para comprender el hondo significado del 9/11.

Antes de concluir, los dejo con una belleza tumbada de internet :

La Fundación Gran Mariscal de Ayacucho invita a toda la comunidad a la proyección del documental FAHRENHEIT 9/11 de Michael Moore este miércoles 4 de agosto a las 2:00 pm en su sede ubicada en la Calle 3-B de la Urbina Edif. Fundayacucho Piso 4, Salón de Usos Múltiples.

Además contaremos con la participación del compatriota Jorge Arreaza.

¡Te esperamos!

Y ahora, para clausurar con broche de hojalata, otra maravilla extraída textualmente de un artículo de Milagros Socorro, quien jura y perjura que la más reciente de Moore fue estrenada en el segundo festival de cine indie:

Pero el plato fuerte del festival era la celebérrima película de Michael Moore, Fahrenheit 9/11, un documental que comienza con la demostración de cómo Bush robó  las elecciones, continúa con un juicio al manejo de la crisis de septiembre por parte del gobierno,pone en evidencia las mentiras que condujeron a la invasión a Irak y ha concluido,  al parecer, por disipar la fantasía del presidente Bush de ser relegido.Convertida en el documental más taquillero de la historia y considerada la clave decisoria de las próximas elecciones estadounidenses, esa película la trajo la Embajada de Estados Unidos.

Será en versión pirata, mi Soco, porque en los cines de Caracas proyectaron fue Bowling For Columbine, a dos años de su estreno, por cierto, y no gracias a la diligencia y puntualidad de Mr. Shapiro, por si acaso. Remember last year, cuando tras haberla prometido para el primer festival de cine indie, la retiró sorpresivamente de la programación, sin dar  explicación alguna.  ¿Cosas de política o de los negocios? ¿Quién sabe? Lo cierto del caso, colega, es que F-9/11 no ha llegado a nuestros multiplex, y que el partido del magnánimo y humanista embajador ha movido poco más que cielo y tierra para boicotear la difusión de la nueva de Moore en Estados Unidos.

 

Derecha exquisita: Cuál Revolución: ¿un documental objetivo a estas alturas del partido?

Los argumentos contra el enemigo deben ser expuestos lo más torcidamente posible y con una buena cantidad de exageraciones. Deben ser reprimidos todos los argumentos en favor del enemigo.
-Verdad y Propaganda, Aldous Huxley

En la propaganda política es más lo que se oculta que lo se publica. El propagandista debe ocuparse de lo blanco y lo negro, de lo simplemente correcto e incorrecto, bueno y malo.
-Eulalio Ferrer Rodríguez.

I

¿Cuál revolución?  es el título del documental de Ciudadanía Activa, estrenado el domingo 18 de julio en el Ateneo de Caracas, a un mes del referéndum revocatorio. Una hora y diez minutos después de su proyección, la pregunta retórica formulada por los autores de la obra,  queda respondida por el discurso unidimensional de varios voceros de la Coordinadora Democrática: Luis Pedro España, Gabriel Puerta, Gustavo García, Alfredo Keller y Teodoro Petkoff.

¿Cuál es su conclusión? La misma que han defendido y sostenido a lo largo de los últimos tres años, en todas las entrevistas que han concedido. Aparte de ellos, el documental nos niega como espectadores el derecho a escuchar las opiniones de otros representantes políticos, no sólo del partido de gobierno, sino de la misma tercería, de los mentados nini.

En tal sentido, la imparcialidad se desvanece como recurso y medio, a objeto de consentir los fines de una visión uniforme, pareja y monocorde de la compleja realidad nacional, tal como ocurre en ciertos programas de televisión.

Así,  los realizadores del video incurren en el mismo pecado de omisión, atribuido por ellos al canal del estado y a los documentales por el estilo de la Revolución No Será Transmitida y La Claves de Puente Llaguno, dos antitesis, en teoría,  de ¿Cuál Revolución?, pues en la práctica cometen sus mismos errores, al entrevistar a miembros de una sola asociación política para excluir abiertamente a los voceros de la bandera contraria, en una estrategia clásica de la persuasión y la conversión mediática.

Sin embargo, el director de ¿Cuál Revolución?,  Oscar Lucién, insiste en defender el carácter “objetivo” de su producción, cuando en realidad es tan sesgada y subjetiva como un reportaje de interpretación, constituido por testimonios de una misma tendencia ideológica.

Aun así,  el autor de la obra asegura haber efectuado una respuesta al cine de propaganda en boga. De ser cierto tal sofisma, habría que formularse las siguientes preguntas retóricas: ¿si no es un documental de propaganda, entonces por qué lo estrenan a un mes del revocatorio, en medio de un acto proselitista por el Sí?¿Por qué el documental acude a estrategias de la campaña sucia como la apelación “al miedo y el terror”, el ataque directo y sistemático, la ridiculización y caricaturización del adversario, el chantaje de las emociones y la repetición condicionada de clichés? En contraste, ¿ por qué se hace un panegírico de la oposición y la sociedad civil?¿ Acaso no tienen culpabilidad alguna en el devenir histórico de nuestra crisis?¿ Por qué el documental se esfuerza en demostrar lo contrario?¿ Cuál es el interés de elogiar a las filas del Sí, y  satanizar a las de No? Y en definitiva, ¿ cuál es el afán de sacar conclusiones apresuradas sobre fenómenos en plena progresión y discusión?

 

II

Para hacer el hueso más duro de roer, el documental resulta ser de un acartonamiento absoluto, casi anacrónico, amen de su falta de ritmo, de su purismo telegénico, de su etnocentrismo estético y de su previsible cronología lineal, narrada y subrayada en off por un locutor tan engolado como Jaime Suárez.

Ni hablar de un detalle referente a su construcción y consecuente con su reaccionario modelo de pensamiento: entre las personas invitadas a rendir declaración ante las cámaras, no figura ni una sola mujer, ni un solo negro, ni un solo pobre. Al contrario, son puros caballeros de corbata, reflexionando en la comodidad de sus respectivos despachos, rodeados de libros y computadoras. La típica escenografía ejecutiva, ensimismada en el espacio privado.

El argumento pretende resumir en cuestión de setenta minutos, las venas abiertas de la gestión de gobierno, desde la toma de posesión hasta el año en curso, con una breve introducción sobre el 4 – F y sus consecuencias geopolíticas. Los acontecimientos se suceden como en una emisión informativa, y todo recibe el mismo tratamiento epidérmico,  fragmentario y frívolo de C.N.N. La necesidad de abarcar mucho, en poco tiempo, conspira contra la capacidad analítica de la empresa. Es más, un solo tema del documental hubiese sido suficiente para desarrollar a cabalidad un largometraje de 60 minutos. Sin embargo, el objetivo comunicativo parece apuntar en otra dirección: sobreinformar para manipular mejor, tesis de Baudrillard, o para desfigurar un determinado paisaje de acontecimientos, tesis de Virilio.

En efecto, y por poner un ejemplo concreto, dentro del metraje queda excluida la siguiente cadena de sucesos:

1) Asedio a la Embajada de Cuba.

2) Allanamientos del doce de abril.

3) Represión policial de la P.M. durante el breve “interinato” de Carmona.

4) Cierre del canal ocho por parte de Enrique Mendoza.

De igual modo, se habla mucho de la violencia de los círculos bolivarianos en contra de la oposición y de los medios privados, pero no se hace mención a las innumerables agresiones a los reporteros del canal ocho o a los bochornitos de la clase media en urbanizaciones como Alto Prado, Santa Rosa de Lima, Altamira y Prados del Este. Según la visión reduccionista de Vechio y Lucien, la intolerancia en Venezuela tiene una sola raíz, un solo tronco, y un único fruto.

En resumen, Cual Revolución es un clásico resumen de noticias maniqueas, en contra del oficialismo y a favor de la Coordinadora. Una victoria moral para el sectarismo, otra derrota más para el cine nacional.

 

III

Actualmente el documental “objetivo” de Oscar Lucien recibe el beneplácito de  la opinión pública. Los programas de la mañana,  le abren sus puertas.  La gran prensa nacional, le concede la primera plana, además de extensas reseñas en las páginas de cultura, redactas con lenguaje de comunicado corporativo, en tono encomiástico de promoción de Sony Television.

En paralelo, Jorge Rodríguez ha metido la pata hasta el fondo, al intentar censurar la difusión del documental. Por fortuna, la medida fue rectificada a tiempo, con sus limitaciones, a consecuencia del jalón de orejas del Centro Carter y la OEA. 

El rector del C.N.E. parece olvidar una verdad como un templo: Vive T.V. y el canal ocho no han parado de transmitir,  a lo largo del año, propaganda encubierta en casi todos sus programas de entretenimiento, tipo La Hojilla, de opinión, tipo Contra Golpe,y de ficción dramática, tipo Amores de Barrio Adentro.

Asimismo, la única respuesta de VTV al cine millonario del canal cuatro, ha consistido en la difusión dominguera de los clásicos de la revolución bonita : La Revolución no será Transmitida, Revolución Bolivariana y cuarta guerra mundial,Las Claves de Puente Llaguno,Asedio a la Embajada, Conspiración Mortal, El Rescate del Cerebro de PDVSA  y Retomando el hilo constitucional.  Una pelusa, como quien dice. 

Por tanto, Cual Revolución tiene todo el derecho a salir al aire, a la hora que sea y cuanto veces quiera, porque a fin de cuentas, lo que es igual no es trampa. Lastima que aquí todo sea tan igual y que la trampa nunca salga.

 

Centro ambidiestro: Promesas  o la necesidad de un punto medio

Para recapitular, hay documentales políticos abierta y declaradamente parcializados, como el reciente trabajo de la hija del Che sobre Hugo Chávez, constituido exclusivamente a partir de opiniones favorables al gobierno bolivariano, o como el audiovisual ¿Cuál Revolución? de Ciudadanía Activa,  estructurado en función de opiniones adversas al presidente, esgrimidas por voceros de la “oposición”.

Pero así como predominan las tendencias extremas, identificadas con un solo color del arcoiris ideológico, también cohabitan en el mercado, aunque no son mayoría, los documentales como Promesas, un digno ejemplo de como buscar el centro,  el punto de equilibrio o como quieran llamarlo, en medio de un contexto tan polarizado y maniqueo como el nuestro, debatido entre la afirmación y la negación, florentino y el diablo,lo bonito y lo feo, cual ranking de lo propio y lo chimbo, lo in y lo out.

En efecto, los realizadores del filme lejos de tomar partido por una de las banderas involucradas en el conflicto árabe-israelí, hasta arroparse con ella como la cadena Fox News o su contraparte musulmana Al-Jazeera, se consagran a la tarea de recoger las diferentes visiones y percepciones sobre el hecho en cuestión, desde el enfoque de todos sus protagonistas, independientemente de su nacionalidad, religión y origen étnico.

 Pero allí no termina, o se queda, la propuesta de los directores. Su auténtico desafío consiste en defender y argumentar su tesis, a partir de la óptica, el juicio y el sentir de siete niños, en representación de cada parte comprometida en la disputa territorial.

De este modo, como afirma Carlos Bolado, se configura “un retrato humanista de un conflicto inhumano… los conflictos son siempre mucho más complicados de lo que aparecen a la distancia y en los medios. Por eso hicimos una película con volumen frente a lo bidimensional de las noticias”.

En tal sentido, los directores desecharon la urgencia metodológica  del periodismo reporteril, condenado a la superficialidad, para dedicar cinco años de sus vidas a la investigación en profundidad y al registro de los testimonios y los planos contenidos en el filme.

Al principio es el verbo, alguna veces acalorado y otras reflexivo, de los entrevistados y del mismo locutor en off, quien nos sitúa en contexto al introducirnos en el marco histórico del conflicto. Después, y como sustento visual, las imágenes sin comentarios irán,  progresivamente, complementando a las palabras, para connotar y denotar el estado de las cosas, tanto en Israel como en Palestina, y sus diversos asentamientos.

Por medio de las tomas reconocemos la evidente Mc Donalización de Israel, los contrastes sociales de la población semita y las barreras erigidas, al mejor estilo de la guerra fría, entre los poblados de la zona, en un anticipo de la construcción ilegal, condenada por la ONU, del nuevo muro de Berlín, encumbrado por la gestión de Sharon como un modelo de su política exterior en contra del terrorismo.

Muy a la inversa y en respuesta al divisionismo de las posiciones hegemónicas al uso, Carlos Bolado y su equipo derriban el cerco de la intolerancia, al congregar en un mismo espacio político,  visual y vital, a niños de todas las religiones y razas presentes en la zona de tensión, con el propósito de aspirar a una posible reconciliación entre las partes en conflicto. Una promesa, una esperanza, incumplida hasta ahora. De hecho, la imagen de apertura y cierre del film no deja lugar a la duda: al principio y al fin siempre retornamos al ciclo de acción y reacción de la intifada, así como en el documental de Michael Moore siempre regresamos a Columbine.

Salo 2004

De los mismos creadores de La Guerra del Golfo y La Operación Justicia Infinita, llega a nuestras pantallas la nueva versión de Salo: 120 Días de Sodoma, enteramente filmada en interiores dentro de los innumerables campos de concentración desplegados a lo largo y ancho del globo terráqueo, pero fundamentalmente en Bagdad, en Guantánamo y en Centroamérica.

Las secuencias cumbres del remake fueron reconstruidas en Abu Grahib, bajo la dirección general de Donald Rumsfeld, en representación de los productores ejecutivos de la película: el departamento de estado y el Pentágono.

Otras tomas paralelas de tan sádica obra maestra, han sido filmadas en coproducción con el nuevo gobierno de Irak, quien se ha puesto a la orden del autor intelectual del largometraje, para representar su estética de la crueldad, con  mayor verismo que Mel Gibson en La Pasión de Cristo.

La adaptación del guión corrió por cuenta del equipo creativo de la Casa Blanca, cuyo premisa de trabajo fue respetar literalmente el espíritu del libreto original. Sin embargo, hubo ligeras innovaciones en cuanto a la puesta en escena. Por ejemplo, los verdugos visten de verde oliva, y las víctimas de anaranjado, cuando no les toca posar desnudas. Asimismo, el decorado fue amoldado a los nuevos tiempos, al inspirarse en las escenografías carcelarias de la reciente película sobre el totalitarismo germano, Das Experiment. Sin embargo, la esencia del argumento sigue siendo el mismo: “la tortura, las violaciones y asesinatos fascistas como el reverso de la producción racional masiva y de la lógica del consumo de masas”(Eduardo Subirats).

Las fotos del rodaje harían palidecer al propio Pasollini, y por tanto, hacen ver a su vieja lectura de Sade  como un auténtico cuento de Esopo. Si desean verlas con sus propios ojos, no las busque en las páginas o en los cuerpos de la gran prensa nacional.

Aunque usted no lo crea, ningún medio venezolano se ha hecho eco de los entretelones de esta superproducción. Cualquier parecido con el apagón informativo del trece de abril no es mera coincidencia. Dime que callas, y te diré en que piensas.

 

La vida es bella

Ir al cine es un infierno en todas partes, pero en Venezuela es una tortura china tan degradante como cambiar un cheque en una agencia del Banco Mercantil. Te hacen perder el tiempo, la paciencia y la autoestima. Todo está planificado, con premeditación y alevosía, para humillarte como persona y como cliente.

Cada minuto que te quitan, que te roban, es una ganancia neta para ellos y un agravio para ti. Ellos ahorran mucho dinero, haciéndote esperar. Así contratan menos personal y pagan menos salarios mínimos.

En el dispensario de los dulces, apenas hay cuatro cajeros, a veces menos, para mal atender al aforo de cinco salas conjuntas.Comprar una piche Pepsi cola significa hacer una insoportable cola de concierto juvenil. Y de paso te la cobran en dólares, porque un vaso de refresco cuesta lo mismo que un botellón de dos litros. Nuestra empresa privada presta un servicio de administración pública, pero por el triple del costo oficial.

El precio de cada chuchería es un robo a mano armada, y las proporciones en venta contribuyen al despojo silencioso de tu poder adquisitivo. Además, nunca pidas raciones pequeñas de nada, porque siempre te las van a escamotear, bajo el pretexto de costumbre: se nos acabaron.

Como mantener los baños limpios también cuesta real, o los dejan cerrados por mantenimiento o los dejan cochinos para ahorrarse el aseo continuado. Huelen mal, casi nunca tienen papel, y generalmente los basureros están hasta el tope.

Finalmente, y por no echar pestes de la taquilla de estadio de béisbol donde todo casi siempre se agotó y nunca tienen sencillo para darte vuelto, llegaste a la sala, después de hacer otra cola más, en medio de un lobby sin aire acondicionado,pero lleno de gente inquieta, sulfurada y recalentada, hablando de más sobre cualquier pistolada. Muchas preguntas estúpidas con respuestas idiotas:¿Está rico tu perro? Divino. ¿Está es la cola para ver Vacas Vaqueras? No, es para ver Punto y Raya. ¿De qué tratará la película?No sé pero parece que Roque Valero actúa buenísimo¿ Y como lo hará el otro chamo de Cosita Rica, Cacique? Supongo que bien porque tu sabes que es el un actor de carácter, y además es muy culto y está bien preparado y tiene un nombre muy artístico:Edgar Ramírez. Imagínate que hasta se dio el tupe de rechazar el papel protagónico de Amores Perros, para quedarse aquí, en su país, trabajando en obras teatro muy importantes, y en cortometrajes de gran factura…

Adentro el martirio no ha terminado. Ahora es que viene lo bueno, por entregas y capítulos de telenovela.

 Suplicio número uno: conseguir un buen puesto. De plano, olvídelo. Confórmese con sentarse en las esquinas, en los rincones o en la primera fila, porque el fondo y el centro están reservados para la gente viva, que siempre pica delante de usted para guardarle puesto a toda una familia, una pandilla o un ejercito de comedores compulsivos de fritangas, chocolates, gomitas, carlotinas, susy, samba y ping pong.

Tormento number two: intentar escuchar algo de la película, entre la masticadera de porquerías durísimas, entre la rompedera de bolsitas, entre la escarbadera impulsiva, entre la chupadera de frescolita, entre la apagadera y prendedera de celulares, entre el gafo que ríe cuando no le toca y la gafa que pregunta cuando no entiende porque anda pendiente de comerse unos nachos de plástico cubiertos con queso de mentira.

Suplicio número tres: cuñas de la fundación Chappard. La de la jeva que muere por ese tipo, es un desperdicio. Consta de dos planos frontales, una actriz amateur, un maquillaje de circo cuando la vemos al principio, un maquillaje de muerto en velorio de malandro cuando la vemos al final, una musiquita de terror y una misma línea remachada en tres tiempos verbales distintos: “Yo me muero por ese tipo, yo me estoy muriendo por ese tipo, ella murió por ese tipo”. Amol, si yo fuese tu tipo, ya te habría matado de una, en conjunto con el creativo de tu cuña, por representar a la mujer como una tarada mental sin conciencia alguna. Y ni hablar del necio que ya aprendió a usar la cabeza.

Garrote vil número cuatro: Noticolor, el peor y más inútil, inactual y anacrónico noticiero cinematográfico del mundo. Con decirles que la versión extra de Sálvese quien Pueda, le da tres palos en dinamismo, frescura e interés social. Qué diablos me importa que aquel supermercado que queda en no sé dónde, haya inaugurado una nueva sede en un lugar donde ni yo ni nadie de la sala puede ir a comprar. Qué me importa que aquel grupo que no escucho y que por encimita me parece un desastre, haya hecho un concierto en el teresa al que ni de broma fui. Por qué tengo que ver algo por lo que yo no pague, y que además no pedí. Esa misma pregunta habría que formulársela al genio que inventó pasar cortos nacionales antes de algunas proyecciones foráneas. Esto nos lleva al mambo number five.

Molestia número cinco: corto pretencioso, pedante, conformista, previsible y pusilánime, en forma de carta de presentación, de jovencito conservador, preocupado por echar bien un cuento, con los menores recursos a la mano, para irse dando a conocer en un medio donde nadie te voltea a ver, sino vienes acompañado por alguien como Quentin Tarantino. Aquí sin Padrino extranjero, no tienes vida.

De paso, cortos buenos, los de Pixar Animation, los de Buñuel o Marker en el pasado, y los de Ulive en nuestro país. Malos,muy malos, todos los demás, concentrados en un literario ejercicio de narrativa lineal, puesto en escena sin ningún vuelo formal. Es el miedo del principiante ignorante, con muchas ganas de cobrar fama, a cuenta de traficar sermones plañideros entre ficciones breves de colección infantil. Y había una vez tal cosa, y llegó el hombre lobo, y después vivieron felices o tristes para siempre… Ni Shrek cae tan bajo.

Penúltimo soponcio: calarse una de las ofertas de la cartelera. Este mes, por ejemplo, hay bastante para escoger. Por un lado, tienes a Punto y Raya, que no es que sea una raya con puntos bajos, sino que es una película sencillamente innecesaria. Si no existe, no hace falta. Si no la viste, no te perdiste de nada nuevo. Es más, hasta el slogan de la película lo reconoce: somos la misma vaina(de siempre). Además,en todas partes se producen cosas así o mejores. Incluso, una hora de cualquier noticiero nacional, es mucho más divertida, amena y tragicómica. Así que olvídense del maní, que ya tenemos cacahuates de sobra en la televisión Venezolana. Dígalo ahí, Leonardo Padrón.

Por el otro, veintes salas dando la “misma vaina”, que puede ser Harry Potter, La Chica de Al Lado, El Hombre Araña parte Dos, El Retorno de Superman en Pelota, La tercera revancha de King Kong, El Amanecer de los Muertos Sin Dientes, Freddy versus Jason, Florentino versus el Diablo,Terminator contra Rambo y pare usted de contar. En fin, pura basura largometrada para llenar mi cabeza de ñoña.

Último sufrimiento: tener que regresar al mundo concreto, con la obligación de hacer de mi espantosa vida, una película en tiempo real.