Selección de poemas de
Por debajo del Viento

por María Gabriela Lovera Montero


I

Cada vez mi cara es más mía y menos de nadie.
Quizá sea eso la soledad:
Pertenecerse a uno mismo hasta cansarse.








III
Rotación

Estoy atrapada en la redondez de la palabra.
Giro sin cesar en mi cabeza.









IV

Hablo tanto de la noche
que la desgasto,
le lavo la cara con las manos
y le borro la boca.

Esa boca,
tan esencial para el silencio.









VI

Hay un poema que a mitad de la noche tiene miedo.
Despierta con la sed nocturna del poeta: incapaz
de recorrer los oscuros pasillos de su infancia
para buscar el agua que lo sacie.









VIII

Este poema ya no es mío.
No sé cómo,
de repente,
se partió el tallo
y la flor caída,
marchita,
se me escapa de las manos.
No sé,
es como si algo me mordiese en el aire:
Yo en el aire y el mordisco dentro;
El poema hecho dolor que me atraviesa.








X

Mi corazón no tiene forma,
es un gran blanco que palpita.
Mi oscuridad lo envuelve,
cierra su puño en él
y me golpea.










XIII
Morir como mueren ciertos pájaros,
separándose lentamente del cielo,
cayendo como párpado cansado sobre los ojos del sol:
Atardeciendo hacia la muerte.

Morir como mueren ciertas gotas,
resbalando poco a poco por las paredes del mundo,
derramándose sobre la lengua resquebrajada del suelo,
sobre el lomo sinuoso de un mar en estampida.








XVI

Te entrego mi soledad
como quien entrega un sombrero
que se llevó el viento:
Sacudiéndola un poco
e intentando darle alguna forma.









XVIII

Estoy fuera del poema,
tú estás dentro.
Tus ojos ocupan una página entera.
Se abren y se cierran con cada palabra
y me miran desde el fondo de la hoja.








XX

"La noche extendiéndose más contra la pobre lámpara"
Lázaro Alvarez

La noche rompe contra la pálida luz de la lámpara,
hace espuma los sueños.
Mis ojos son heridas que hierven en la sal del desvelo.
Mis pensamientos reman hacia el norte,
remueven las sábanas espesas de una tristeza
que reclama viejos territorios.

Naufrago hasta orillas del día,
llevo el mástil roto desde adentro.
Ya nada se sostiene.









XXI

Viene de la infancia
creciendo en las noches de maderas
que crujen como huesos,
deslizando su hielo entre los muebles
cada vez más pequeños,
con su aliento de azufre,
su carne chamuscada,
un enjambre de moscas
...........................en lugar de cabello
y sus enormes cuernos
.........................lamiendo las paredes.
Viene de la infancia
del revés de los sueños.
Trae un grito enjaulado
y el sonido de cascos
........................destripando el silencio.
Viene con el hambre
mordiéndose la cola.
Los ojos dos heridas
abriéndose en las sombras.
Viene de la infancia
.........................de rincones ocultos,
acumulando miedos
......................en los pliegues del cuerpo,
deteniéndose en el umbral de mi puerta,
aguardando,
...........aguardando.
d

 

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